“Los enemigos son una constelación obligada, en cierto modo necesaria, para quien busca el triunfo político. Nada enseña más que la escalera de los enemigos. El que quiere subir, sube por ella dejando atrás riñas y rivales, aprende ahí lo necesario. Para los políticos verdaderos, la dificultad y el placer de vencer van de la mano: no saltan nunca por sobre la batalla de cada día, saltan hacia ella. Luchan cada pulgada como si ella fijara el destino de la causa, como si cada choque definiera la guerra. La guerra es permanente, pero se cumple en la batalla de cada día. Los políticos de alcance dicen tener causas colectivas, librar la batalla de muchos. En realidad, a la hora del fragor de la batalla, la causa es cada quien, cada batalla gana o pierde la guerra de cada uno”.

Tomado del Libro La conspiración de la fortuna de Héctor Aguilar Camín.