Pedro, un joven adicto a las máquinas tragamonedas, cuenta su relación con estos videojuegos, centro de la polémica en Tonalá: en seis meses, gastó unos 1,500 pesos, con la ilusión de recuperarlos con un triunfo

Jaime Ramírez Yáñez

Pedro tiene 17 años, vive en la calle Loma Larga en Loma Dorada. Tonalteca de toda la vida, desde hace seis meses le entró al juego de las maquinitas, al de las tragaperras: “¿Y sabes qué? Ya me gasté una fortuna y “nel, no sale”.

Recuerda cómo le llegó la onda de apostarle a la ruleta electrónica: “Es que uno ve la tele, ves la onda de Las Vegas y eso, entonces te levantas con las ganas de hacer dinero, pero sin trabajar, neta. Te la ponen refácil, tu nomás ‘métele un peso o cinco y en una de esas, si sale el monito premiado, ya la hiciste’. Bueno, eso pensaba yo”.

La tienda de abarrotes donde estaban instaladas las máquinas tragamonedas queda a sólo media cuadra de la casa de Pedro. “Ahí la doña tenía al empezar tres, y luego seis, ya como a los tres meses eran ocho, y todo el día estaba lleno de escuincles, muchachas de todas las edades y señores, todos queriéndole llegar al premiazo, ¿no?”.

Pedro explica que nadie nunca supo a ciencia cierta cómo funcionaban los aparatos, es decir, que jamás le hicieron saber que el “premiazo” era de 60 pesos, a lo sumo. “La neta, yo pensé que estas ondas eran como las del otro lado, que le echas una moneda y te sale el guato ¿no?… Al principio le echaba de a un peso y después de cinco, luego seleccionaba la bandera del equipo de fútbol, me gustaba jugar mundial, es un juego que trae las banderas de los países que juegan. Entonces ya la programaba y la lucecita comenzaba a dar vueltas hasta que se paraba en una bandera, en cualquiera, menos en la que yo había seleccionado”.

Dice que solamente tres veces sacó “premiecillos” de 20 pesos, después de meterle 40 o 50 pesos, “es que a veces, la neta uno es regüey. Crees que con esta pendejada te vas a llenar de dinero y nel, nada, es un engaño. Ahora imagínate los escuincles, que le meten un peso y ándale, salen 20, a esos sí les brilla, y se quedan picados con esta onda”.

—En los seis meses que jugaste, ¿cuánto dinero le metiste?

—Nel, me da pena decir.

—Bueno, más o menos…

—Híjole, es que de veras da pena. Mira, yo le aposté como unos 1,500 pesos en seis meses, es una lana, y yo pensaba que la iba a recuperar, porque cada día piensas que vas a recuperar lo que ya perdiste. ¿Qué pendejo, no?

Indicios

De acuerdo con un informe de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), solicitado a través del recurso de transparencia y contestado bajo el folio 0000700118107, el teniente coronel Julián Guerrero Barrios, por sentencia del Consejo de Guerra Ordinario celebrado el 11 de octubre de 1999 en La Mojonera, fue inhabilitado por diez años para servir en las filas del Ejército.

El militar fue sentenciado a doce años tras ser encontrado culpable, en grado de complicidad, del homicidio de Salvador Jiménez López en hechos ocurridos el lunes 15 de diciembre de 1997 en San Juan de Ocotán.

La Sedena explicó que Guerrero Barrios cumplió su sentencia en seis años en la prisión de la XV Zona Militar, en Zapopan, y que ahora goza de los beneficios de la libertad preparatoria.

Como consecuencia del proceso que se le siguió en 1999, el ex comandante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), la Sedena indicó que el militar sentenciado tiene que observar las obligaciones que señalan los artículos 856° y 857° del Código de Justicia Militar.

El primer artículo dice, a la letra: “Los sentenciados que salgan a disfrutar de la libertad preparatoria quedarán sometidos a la vigilancia de la autoridad militar, en el lugar que la Secretaría de Guerra y Marina les designe para residencia, salvo el caso de que vayan a prestar sus servicios en el Ejército”.

En cuanto al artículo 857°, señala que “la sujeción a la vigilancia de la autoridad militar importará: I. la inspección prudentemente ejercitada por parte de esa autoridad, de sus agentes o de la Policía Judicial Militar, acerca de la conducta del reo; II. la obligación por parte del vigilado de presentarse a dicha autoridad, en los días que esta le señale y cada vez que fuere requerido para ello; III. la obligación para el agraciado de dar parte a la autoridad de quien dependa, de su domicilio y los cambios que de él efectúe”.

Sobre la situación legal final dentro del Ejército, la Sedena informó que el instituto armado “ya no tiene ningún tipo de relación con Julián Guerrero Barrios”.