Por Julio César Hernández
Más que discutir si los informes de gobierno deben ser anuales, semestrales, cuatrimestrales, trimestrales o mensuales, resulta importante analizar el formato de la ceremonia y, lo más importante y básico, el contenido.
Es más, soy de la opinión de que deben quedarse con la temporalidad actual: que sean anuales.
El gobernador Emilio González Márquez propuso el viernes pasado que estos informes fueran cuatrimestrales. Pero, ¿qué se puede decir cada cuatro meses sobre los éxitos y los fracasos? ¿Qué acciones de gobierno, trascendentales para la población, se pueden aquilatar en un lapso tan pequeño de cuatro meses?
Creo que más vale dirigir la discusión hacia otro rumbo: contenido y forma, de tal manera que este acto no trastorne la vida normal de la ciudadanía, que ya de por sí es una locura a diario (exceso de tráfico, semáforos mal sincronizados, alta contaminación, inseguridad diaria…).
En su informe, González Márquez hizo un anuncio importante del que debemos de estar muy al pendiente, darle seguimiento puntual y confiar en que al final del año será una realidad.
Textualmente dijo:
“El 2008 será el año de la infraestructura y combate a la pobreza”.
Y enumeró:
“En este año tendremos el primer corredor de movilidad metropolitana y veremos el inicio de un transporte público moderno; construiremos cientos de kilómetros de carreteras; seguiremos construyendo presas en todo el estado; avanzaremos en la construcción de hospitales y consultorios…
“Generaremos las condiciones para que los jaliscienses tengan un trabajo satisfactorio, un salario justo, vivienda adecuada, un entorno digno y acceso a una alimentación adecuada”.
Ahí está el meollo y en estos renglones es en donde debemos poner nuestra atención, para poder confirmar si estos proyectos se cumplieron a final del año.
Hay que estar atentos que los recursos económicos destinados a todos estos rubros, de los que debemos ver resultados a final del año, sean bien utilizados, que no sean desviados ni que se presten a la corrupción o a la malversación de los mismos.
Hay que estar atentos a que el costo de las obras no se “inflen” y terminen costando dos, tres o cuatro veces más de lo presupuestado. Que las obras se hagan en tiempo y forma. Que sean las de beneficio para un mayor número de jaliscienses y no que sirvan sólo para el lucimiento de nuestros funcionarios.
Registremos los índices de pobreza al inicio de este 2008 para confirmar que al final decrecieron.
Cuantifiquemos los kilómetros actuales de carreteras para confirmar su crecimiento.
Enumeremos el número actual de hospitales y consultorios para confirmar que al final existen más.
Y confirmemos que al concluir el año, disfrutaremos del primer corredor de movilidad.
Si al final del año el Gobernador comprueba con hechos que 2008 fue el año de la infraestructura y combate a la pobreza, la discusión de cada cuándo nuestros gobernantes deben de rendir cuentas, quedará, como siempre, en el discurso.
No debemos distraernos en eso, sino en lo trascendental.