El miércoles por la noche Miguel Ángel Martínez Espinoza, dirigente estatal del PAN, recibió el apoyo mayoritario de los integrantes de la Comisión Permanente para que comience a entablar diálogo con Enrique Alfaro Ramírez para la posible integración de un Frente Ciudadano por México en Jalisco, en el que se da por hecho la inclusión del Partido de la Revolución Democrática.
Ayer refería aquí que al interior del PAN se estima que en un plazo de entre 15 a 20 días estaría decidido por las partes si van o no en alianza electoral para el 2018.
¿Qué se juega el PAN con esta alianza que muchos dentro y fuera de ese partido creíamos no sólo que no se daría -o dará, confían algunos al interior- sino que ni siquiera se exploraría esa posibilidad?
Hoy el PAN se encuentra como la tercera fuerza política en la entidad, posición que tampoco se apostaba podría ocupar en una entidad considerada como uno de sus bastiones y cuya aportación de votos le permitió tener dos presidentes de la República de manera consecutiva.
Hoy nadie apuesta porque Acción Nacional recupere la segunda posición que por casi toda su existencia ocupó hasta 1995 cuando por vez primera llegó a la gubernatura y en la que se mantuvo a lo largo de 18 años, tres sexenios.
Hoy hay quienes creen que su alianza con el alfarismo puede ser para el PAN una “bocanada” de oxígeno para reponerse con miras a los comicios del 2021 y estar en condiciones nuevamente de seria competencia en 2024. Otros, en cambio, advierten que este “matrimonio” con el alfarismo puede terminar por ser su “tumba”, no sólo porque el reparto de posiciones electorales pueda ser pobre sino porque de concretarse existe un mayor riesgo de perder infinidad de votos que tiene o tendría “en la bolsa” si decidiera contender solo.
Hay quienes advierten que con esta alianza pueden darse los siguientes escenarios con sus militantes que no están de acuerdo con ella:
- Que parte de la militancia se quede en casa el día de las elecciones.
- Que la militancia acuda a las casillas y divida sus votos: a favor de sus candidatos panistas -no emecistas- a las alcaldías, diputaciones y senadurías y en contra por la gubernatura, anulando de cualquier manera la boleta de esta elección.
- Que parte de la militancia emita un voto diferenciado: a favor del PRI por la gubernatura -aunque parezca descabellado- y a favor de sus candidatos panistas -no emecistas- a alcaldes, diputados y senadores.
Y es que al momento, dentro del PAN existen fuertes resistencias a una coalición con el alfarismo, pues si bien sería difícil la unanimidad en dar ese paso, tampoco hay elementos para asegurar que la mayoría de los 37 mil 77 militantes registrados en el padrón la aplaudan. La decisión, como cualquier otro órgano representativo, la tomó la Comisión Política, y concretamente 26 miembros de ella.
Como dirigente del PAN, Miguel Ángel Martínez no tiene una tarea fácil, no está en una posición cómoda y carga con todo el pso de la responsabilidad por entregan un partido en mejores condiciones de las que lo recibió. Si no lo hace, mal, pero si el fracaso es resultado de una alianza que se integró a la fuerza… peor.
Por ahora hay que esperar para conocer cómo avanzan las pláticas para concretar esta alianza que el dirigente nacional, Ricardo Anaya, les ha impuesto.