Jalisco enfrentará una de las elecciones más complejas e inciertas en el 2021.
Con dos partidos compitiendo por la mayoría, Morena y Movimiento Ciudadano (MC), pero ambos en crisis a pesar de estar en el poder, el pronóstico se torna complejo a la hora de calcular cuál ganará la mayoría de las alcaldías, en el Congreso del Estado y las diputaciones federales.
Morena es un partido con una profunda crisis interna, nunca ha podido ser un colectivo unido ni homogéneo. Su éxito en las urnas depende única y exclusivamente del presidente López Obrador y éste parece estarse alejando de él.
Sin liderazgos locales reales, Morena tendrá un gran problema a la hora de elegir buenos candidatos, para generar buenas propuestas en lo local y para salir unido a buscar el voto de los jaliscienses.
MC es también un partido de una persona, de Enrique Alfaro, sin una estructura partidista consolidad y con escasos liderazgos reales que lo puedan sacar a flote.
A los seis meses de haber llegado al gobierno estatal la imagen de Enrique Alfaro ya se había desgastado, y como sucede en los partidos que dependen de una persona las siglas del MC se vinieron abajo con él. El que los llevó a lograr la mayoría ahora es su mayor lastre.
Las encuestas dicen que si las elecciones fueran hoy MC perdería las alcaldías de la zona metropolitana y la mayoría en el Congreso de Jalisco. Pésimo escenario para el gobernador Alfaro.
El PAN parece ser el único partido con una ligera tendencia de repunte en las intenciones del voto de los jaliscienses, pero aún está muy lejos de poder recuperar la mayoría que algún día tuvo en el estado. Un riesgo para los panistas es que de lograr su registro el nuevo partido de Felipe Calderón, México Libre, éste les quite una rebanada importante de lo recuperado.
El PRI está en la lona. Con la marca partidista más desgastada y desprestigiada de la política nacional y local el priismo sigue sin reponerse del nocaut del 2018, no ha tenido la inteligencia para reconvertirse ni actualizarse ni para hacer un papel mínimo de oposición.
En el PRI, al parecer, la actitud sigue siendo la misma de las veces pasadas que ya estuvo en la oposición: esperar pasivamente el milagro de que los electores vuelvan a votarlo, por el hartazgo hacia otros partidos. Pero ese milagro cada vez se ve más lejano.
El PRI hoy más que nunca está alejado de los ciudadanos, carece de ideas y propuestas, no cuenta con liderazgos que conecten con la gente y el ánimo de su disminuida militancia está en el nivel más bajo.
El PRD, ligado a los intereses del grupo político que controla a la Universidad de Guadalajara, siempre ha sido un membrete en Jalisco y parece que lo seguirá siendo.
Del resto de los partidos no hay nada qué decir.
Ante este panorama, que refleja la crisis política que está viviendo Jalisco, hacer un pronóstico de cuál partido ganará las elecciones es muy complejo.
Pero también es el reflejo de que va para largo superar la grave crisis política y partidista que vive el estado.