Julio César Hernández

 

El pasado martes 20 de enero, Francisco Ramírez Acuña –luego de registrarse como precandidato a diputado por el distrito 10-, al término de la rueda de prensa que encabezó junto con otros aspirantes más, mientras caminábamos juntos a la puerta de salida de la sede estatal panista, nos soltó al oído:

 

“Lo otro ya está arreglado. El nuestro va a ser el candidato”.

 

¿Raúl Alejandro va a ser el candidato de la alianza?-, le cuestionamos en el entendido de que hablábamos de lo mismo.

¡Claro! –soltó muy convencido-. ¡Mi suplente es del grupo de ellos, de Sánchez Aldana!. Ya está todo acordado.

 

Sin embargo, 38 días después, el pronóstico de Ramírez Acuña se esfumó. Ayer, poco después de las 14:30 horas, llegaba a las redacciones de los medios un comunicado firmado por Raúl Alejandro Padilla Orozco, que en su parte medular señalaba:

 

“El día de hoy, recibí los resultados de ese ejercicio (una encuesta telefónica) y fiel a mi compromiso de acatarlos, manifiesto mi profundo respeto a la voluntad expresada por los zapopanos; asumo también la voluntad de seguir trabajando, sumando y contribuyendo al bienestar de nuestro municipio como siempre lo he demostrado.

 

El diputado federal Padilla Orozco concluía así su aventura de buscar la candidatura del PAN a la alcaldía de Zapopan. Se asegura que la suerte de Padilla Orozco estaba echada cuando se conoció que era militante adherente… ¡en Guadalajara!

 

¿Qué estaba haciendo, entonces, buscando la candidatura en Zapopan? Raúl Alejandro Padilla nunca logró hacer “click” con los panistas de Zapopan. No los conocía ni lo conocían a él como para adoptarlo como su precandidato.

 

Ese fue el “pecado” de Raúl Alejandro Padilla, el pretender disputar terrenos políticos que no eran los de él; por lanzarse a una aventura que no tenía con qué ganar.