Alfonso Javier Márquez
 
No es que el PRI esté creciendo, ni que tenga posibilidades de recuperar el poder por méritos própios, lo que pasa es que hay una gran sensación colectiva de que Acción Nacional no ha hecho bien las cosas y al no haber otra alternativa hay entre el electorado quienes están seriamente pensando en darle de nuevo la oportunidad del tricolor.
Pero luego viene un proceso de reflexión: “¿por quien votar del PRI?”; generalmente esta pregunta no encuentra respuesta porque en ninguno de los municipios metropolitanos donde se elegirá presidente municipal, por ejemplo, hay candidatos claros. Ni siquiera han logrado fijar una estrategia de partido para presentarse ante la sociedad de nuevo dentro de ocho meses cuando arranque el proceso electoral.
El PRI adolece de eso que tanto pregonó en el pasado: cohesión y unidad. No se podría hablar de “El PRI” cuando a meses del proceso siguen completamente divididos y, como en el último cápitulo de estos, golpeándose todos contra todos.
Cada quien está haciendo sus propias reuniones con los que considera su grupo político, con los militantes que pueden traer mas votos aparte del suyo y con periodistas y la constante de esas reuniones es el hablar mal de los otros aspirantes.
El PRI sigue sin una autoridad que ponca en paz a todos los jugadores que participan en este torneo electoral. Mientras en Acción Nacional, como todos los años están peleando a muerte las posiciones; pero como todos los años, una vez pasado este pleito se vuelven a unir y vuelven a ganar. Esa es la capacidad que perdió el tricolor la de aprender a perder y sumarse con el ganador. Por ello, se ve muy complicado que puedan volver a ganar. Se les pasaron dos años valiosísimos en la nada, en el pleito y en la división. Se antoja muy tarde para lograr reconstruir un proyecto fuerte que pueda recuperar las posiciones importantes.