Guillermo Cosío Viadurri fue presidente municipal de Guadalajara (1971-1973), diputado federal (1976-1979), secretario general del CEN del PRI, durante la presidencia de Javier García Paniagua (Marzo-Octubre 1981), director del Metro del Distrito Federal, secretario general de Gobierno del D.F., durante la regencia de Ramón Aguirre (1982-1988), gobernador de Jalisco (1989-1992) y embajador de México en Guatemala.
De todos estos cargos, quizás después de la alcaldía, su máxima aspiración fue gobernar su estado natal para lo que, cuando lo logró, muchos decían que había llegado tarde. Y tan fue así, que vió trunco su sueño, pues a raíz de las explosiones del 22 de abril de 1992 en el Sector Reforma fue obligado a pedir licencia cuando apenas cumplía la mitad de su sexenio, licencia que renovó en dos ocasiones más para ya no volver a poner un pie en Palacio de Gobierno.
Fue la tragedia de la calle Gante la que marcó la vida política de Cosío Vidaurri hasta su muerte, ayer por la mañana a los 90 años de edad.
A la afirmación de Cosío Vidaurri -luego de las explosiones- de “por mi propia voluntad yo no voy a renunciar, porque batallé mucho para llegar” (Proceso 02/05/92), una frase lapidaria del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari lo obligó a cambiar de opinión.
Así lo consigné en mi columna “Entre Semana” de fecha 02 de mayo de 1992, en el entonces periódico Ocho Columnas:
“… Tampoco son tiempos para que quienes se prepararon para actuar en un país y en una sociedad que ya cambió, trabajen con negligencia…”.
Esta fue la frase presidencial lapidaria para Guillermo Cosío Vidaurri, cuya muerte política, para muchos, recibió la “puntilla” con la petición del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo de que renunciara a su cargo.
La licencia solicitada el viernes por la noche al Congreso del Estado ya estaba anunciada. Todos la veíamos venir… menos Cosío Vidaurri.
De un día para otro cambió de idea. El jueves algunos reporteros le preguntaron:
- Señor gobernador, ¿renunciaría usted a su cargo?
- No. Lo dije muy claramente hace unos días y lo reitero ahora: no he pensado renunciar. No tengo por qué renunciar y no creo que deba renunciar.
En la víspera, Cosío Vidaurri estaba convencido de que no debía ni tenía por qué renunciar. Lo reiteraba categóricamente. Entonces, ¿qué lo hizo cambiar?
Al igual que lo hizo Enrique Dau Flores, el ex mandatario estatal dice que se va para facilitar las cosas. Muchos se preguntan que si no pensó tomar esta decisión días antes, cuando las cosas estaban igual o más complicadas que ahora.
La actitud asumida por Guillermo Cosío Vidaurri fue prácticamente considerada por muchos como un reto hacia aquellos damnificados y víctimas de la tragedia del “miércoles negro” que desde un principio pidieron la “cabeza” del ahora ex mandatario estatal.
El propio presidente de la República se dio cuenta del rechazo popular hacia el entonces gobernador.
Cosío Vidaurri trató de aferrarse lo más que pudo al poder (…). Fue en ese momento, del que quizás no reflexionó Cosío Vidaurri, cuando empezó a quedarse solo. Se convertía así en el “solitario de Palacio” no sólo porque se quedaba ahí hasta altas horas de la noche o porque llegaba muy a la madrugada, sino porque de repente se encontró con que ya no tenía amigos ni colaboradores. (…)
Ese fue el error que acabó por hundir a Cosío Vidaurri.
La demanda popular era que saliera Cosío Vidaurri, pero Cosío se negaba a escuchar la exigencia de quienes lo habían llevado al poder.
Sin embargo, todo tiene su fin y el gobierno de Cosío Vidaurri no podía ser la excepción ante el alud de problemas que enfrentó en los últimos meses y que explotaron, al igual que parte que el sector Reforma, el miércoles 22 de abril.
Ese día, a las 10:09 de la mañana, se empezó a escribir el principio del fin para Guillermo Cosío Vidaurri.
Ese fin que llegó el jueves 30 de abril alrededor de las 22:00 horas cuando solicitó licencia para retirarse de su cargo por un año…
Un año que se convertirá en tres, porque ya no regresará.
Como no regresarán quienes fueron las víctimas de la “negligencia criminal de funcionarios públicos” y que quedaron bajo los escombros de las hoy desoladas calles de Gante y 20 de Noviembre.
Ayer se empezó a escribir otro capítulo de la historia de Jalisco. El anterior, ya quedó enterrado.
Hasta aquí lo publicado en aquella columna. Hoy Guillermo Cosío Vidaurri ha dejado de existir y una de las historias más trágicas de Guadalajara se fue también con él.