La semana pasada cerró con el registro de 700 quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos en contra del donativo de 900 millones de pesos del Gobierno del Estado para la construcción del Santuario de los Mártires Cristeros.
Cifra de quejas inaudita e histórica, sin duda alguna, jamás presentada ante una CEDH en contra de una misma autoridad.
Y como dijera conocido “filósofo” popular: aun hay más.
No podemos ignorar que muchas de estas quejas tienen un trasfondo politico, imposible que no sea así. Pero afortunadamente no es un factor que la Comisión debe tomar en cuenta para dictaminar al respecto.
Como lo ha dicho su presidente, Felipe de Jesús Álvarez Cibrián, ante la cantidad de quejas la CEDH deberá de hacer un estudio cuidadoso y concienzudo de los argumentos que las sostienen y determinar si en verdad dicho donativo viola o no los derechos humanos de los quejosos.
La cantidad de quejas, por supuesto, es relevante, pero no hay que perder de vista una cosa: ¿Y si no proceden?
Claro, podrá decirse que el simple hecho de que se haya registrado tal cantidad de quejas es suficiente para demostrar la inconformidad ciudadana.
Sí, de acuerdo, pero será entonces cuando tome relevancia el trasfondo político que pudiera sostener a muchas de esas quejas, y el que se desechen fortalecerá la figura del Gobernador.