Por Julio César Hernández

Frente al micrófono, Arturo Zamora Jiménez matizó el contenido fuerte de algunos párrafos del discurso cuyas copias se entregó a los reporteros. Pero también ante el micrófono improvisó la crítica más severa que haya hecho a la dirigencia del PRI después de las pasadas elecciones del dos de julio del 2006.

Orador ante la asociación de ex Legisladores priístas, Zamora Jiménez no tuvo empacho alguno en decir, ante el presidente Javier Galván Guerrero, lo siguiente: “No hemos tenido un liderazgo que conduzca adecuadamente los destinos de nuestro partido y no hemos tenido una visión de futuro que permita armonizar los intereses de todos los que conformamos este instituto político.

“Si a esto le adicionamos que nuestro partido se crea desde el poder, como una forma de ser un instituto político para los fines del poder, se nos olvidó que desde el año de 1995 somos oposición y no hemos trabajado como un auténtico partido en la oposición”.

Los asistentes le rindieron un largo aplauso después de estas palabras.

Pero previamente había dejado caer otra crítica a la actual gestión de Galván Guerrero: Nuestra militancia, en el ámbito electoral, no tuvo la capacidad de contar con una verdadera y seria estructura electoral que pudiera estar al frente de todas y cada una de las casillas, tanto para representar a los candidatos como para defender el resultado electoral…”.

Sin embargo, no leyó lo que aparece en su discurso por escrito y cuyo tono es fuerte: “La gran lección es que en nuestro partido no hay una verdadera estructura y prevalece la simulación”.

Tampoco leyó textualmente otro párrafo anterior que simplemente matizó ante el micrófono, y que dice: “En ocasión de mis encuentros con muchos núcleos ciudadanos, me sentían como candidato sin partido (…). La anterior percepción tiene razón de ser en virtud (…) de que mi triunfo en la elección interna, con mucho, se debió a un voto más de simpatizantes que de militantes del PRI y, finalmente, al ganar la candidatura no se tuvo del todo el apoyo de las estructuras directivas locales del partido, porque éstas apoyaban a otro precandidato (Ramiro Hernández)”.

Respecto a por qué no impugnó, además de haber dicho que fue no sólo una decisión personal sino que fue acordado con las dirigencias nacional y estatal del PRI, con sus sectores y organizaciones, Zamora les recordó: “No quiero que me ocurra (en aquél entonces) lo que le ocurrió a Jorge Arana, porque al final a Jorge Arana lo dejaron solo en su casa. No me quiero prestar para que otros negocien posiciones con mi causa y para ser yo el beligerante, en tanto otros son los que obtienen del partido en el poder el beneficio…”.

Así, pues, si bien aun quedan en el “tintero” muchas cosas que sucedieron durante la pasada campaña zamorista, la verdad es que quien salió bastante “raspado” de esta conferencia fue Javier Galván Guerrero, a quien maliciosamente Francisco Morales Aceves le pidió que fuera él quien le entregara un reconocimiento al expositor Arturo Zamora Jiménez.