Por Julio César Hernández
La tragedia ocurrida antenoche en Morelia que arrojó la muerte de siete personas y 101 heridas, además de ser un acto terrorista, no puede ser otra cosa que la declaración de guerra del hampa organizada contra la sociedad mexicana.
Tratar de minimizar el hecho sería lamentable y un error si no se reacciona de inmediato y con toda la fuerza del Estado en contra de quienes cometieron tan reprobable acto.
Inicialmente la guerra fue entre bandas de delincuentes que utilizaban cualquier territorio a lo largo y ancho del país para ajustar cuentas con sus rivales; después nos enteramos que las víctimas de los delincuentes eran elementos de diversos cuerpos de seguridad, pero luego salía a relucir que no eran otra cosa que uniformados que traicionaron a su corporación y se aliaron con los delincuentes;
posteriormente, estos delincuentes le declararon la guerra a los cuerpos de seguridad y al Ejército mismo, secuestrando y asesinando a diversos mandos y a elementos de tropa cuyo “delito”, entre comillas, fue combatirlos.
Con la misma saña con que asesinaban a integrantes de las bandas rivales, asesinaron a quienes los combatieron desde las corporaciones de seguridad.
Ahora estos delincuentes le declararon la guerra al Estado, como un todo. Hoy, al atentar contra civiles, contra gente inocente, es una declaración de guerra contra la sociedad, sin adjetivos ni ambigüedades. Ahora, para el combate a la delincuencia organizada se requiere de todos, pero también de una estrategia efectiva y bien diseñada por el gobierno.
Hoy, en el Instituto Cultural Cabañas, el gobernador Emilio González presentará ante la sociedad los “Compromisos por la seguridad, la igualdad y la justicia”. Ojalá y ahí esté la estrategia requerida.