Por Hugo Luna
Se empiezan a escuchar voces de regidores electos y futuros colaboradores en los gobiernos municipales que les parece “demagógico” disminuirse el sueldo o congelarlo durante su periodo, es necesario entrar en una discusión de fondo sobre el gasto de las administraciones municipales.
Los alcaldes electos, tienen que revisar planes y programas con base en la rentabilidad que generan para la sociedad, entendida como la manera en que contribuyen a dotar de los servicios públicos o contener la pobreza , no de acuerdo con la fuerza política de tal o cual color.
Esta discusión debe centrarse en cuánto y en qué se está gastando. De entrada, se tiene que reconocer que los ayuntamientos son excesivamente caros y que, por lo tanto, no sólo reducir el sueldo de los ediles y directores sino, además, convertirse en un gestión muchísimo más eficiente y, por lo tanto, económica.
Los alcaldes deben ir mucho más allá que un pequeño recorte al sueldo o la promesa, casi eterna, de que ahora sí ahorrarán en los viajes o en la compra de camionetas. Sobran directores, subdirectores, coordinadores técnicos, jefes de sección, subjefes, etc. Es necesario hacer una disminución fundamental en la cual se mantenga una clara representación de la sociedad pero que no se abuse del pueblo.
También se tienen que disminuir fondos que se dan a sindicatos como el de la CROC en Tlaquepaque, o las tres representaciones sindicales en el ayuntamiento de Zapopan los cuales no destinan los recursos a favor de sus trabajadores sino para movimientos políticos.
Lamentablemente quienes tienen la posibilidad de realizar este tipo de ahorros son, precisamente, aquellos quienes deciden cuánto se recorta al presupuesto y cómo se define.