Por Jaime Ramírez Yáñez

En cualquier investigación que pretenda ser seria y con un fin determinado se tienen que tomar en cuenta tres elementos fundamentales: los indicios, las evidencias y las pruebas.

1. En el caso de el abuso sexual sufrido por la menor Águeda Jazmín, asunto contenido en la averiguación previa C/1737/2007/S, hay claros indicios de que, efectivamente, hay un círculo conformado por mayores y menores de edad que organizan y asisten a fiestas en las inmediaciones de Chapala.

Desde octubre de 2006 se han ventilado tanto en la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) como en la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDHJ) problemas relacionados con abuso de menores por parte de funcionarios municipales en reuniones celebradas en granjas situadas en el municipio ribereño.

En estas investigaciones hay una constante: de entre los jóvenes que han participado en estas fiestas destaca un nombre, presente en por los menos tres casos, el de Christian Paul a quien Águeda Jazmín sólo identificó como “Paul”.

En el año 2006 se documentó la responsabilidad por abuso de menores de Daniel Bricio Villa, ex director de Comunicación de la Policía de Tlaquepaque; del director del DIF Guadalajara, Francisco Moantaño Gallo, y de otro director del DIF, pero de Tonalá, Francisco Avendaño, quien fue asesinado por Juan Carlos Aréchiga Esquerra como venganza por haberlo prostituido desde los 16 años de edad, según declaró ante el Ministerio Público.

2. El otro indicio que hay es que, efectivamente, quienes asistieron hace un año —según tres testimonios— o hace dos, de acuerdo con el último testimonio de la menor ofendida, a la fiesta en la granja de la calle Las Carretas, en Ixtlahuacán de los Membrillos, conocieron a quien posteriormente identificaron como Martín Aguirre Aguirre.

En este caso, el indicio se reblandece porque al describir al agresor citaron, por lo menos en cuatro testimonios —incluido el de Jazmín—, que era moreno, pelo lacio y corto, y que usaba arete en la oreja derecha. Ninguna de estas características corresponden a Martín Aguirre, a quien, según sus amigos —tres, que testificaron en la averiguación previa— le dicen el Güero porque es de tez blanca.

3. Existen indicios de una agresión física contra Águeda Jazmín y documentos que prueban que la menor ha vivido en una ambiente familiar “desintegrado y disfuncional” en que el ha tenido desacuerdos con su madre, María Araceli Arellano Enciso.

Este fue el diagnóstico de las psicólogas Edna Gabriela Barajas Díaz y Anabel Hernández Hernández, del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, quienes examinaron tanto a la madre como a la hija y remitieron los resultados a la agencia del Ministerio Público para Delitos Sexuales bajo el numeral 43404/07/12CE/01PS.

En cuanto al examen médico ginecológico 39633/07/12CE/06DS, practicado un día después del abuso sexual denunciado —27 de abril de 2007— por la doctora María del Socorro Méndez Herrera, las pruebas que arrojó son que la menor inició su vida sexual a los 16 años, que está tomando anticonceptivos orales, que la desfloración tenía una antigüedad de más de ocho días y que presentaba signos de violencia física.

4. Hay indicios de que en las fiestas había alcohol, drogas y prácticas sexuales recurrentes, de acuerdo con los testimonios de cuando menos cuatro personas que declararon en la averiguación previa.

Hay indicios de que hubo dos violaciones por parte de Martín Aguirre Aguirre, en agravio de una menor de nombre Mayra y de otra identificada como Katia.

En el testimonio de ambas hubo contradicciones. La primera afirmó que cuando llegaron al lugar las metieron al cuarto de aseo y ahí se dio el hecho. La segunda dijo que estaba en la alberca, que se había aburrido y que cuando se dirigía al baño fue interceptada por Aguirre.

Esto no se logró probar porque cuando el agente del Ministerio Público ordenó todos los exámenes respectivos para Katia, ella se desistió y reconoció haber mentido a instancias de su mamá y la madre de Águeda Jazmín.

De lo que sí hay indicios, evidencias y pruebas es que la víctima de todo esto, y la menos importante para los actores de este asunto, es Águeda Jazmín. Ella sí aparece sola mientras todos, sus familiares y las autoridades, se concentran en proteger sus intereses económicos y políticos.

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