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Julio César Hernández
¡Vaya genialidad de nuestras autoridades estatales!
De acuerdo a una encuesta realizada a solicitud del Sistema de Transporte Eléctrico Urbano (Siteur) y el Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM), el 73 por ciento de las mujeres que utilizan el servicio del transporte urbano ha sido víctima de alguna agresión sexual. ¿Y qué solución plantea el gobierno para evitar y combatir este serio problema?… ¡mandar a las mujeres a que se transporten en camiones color de rosa!
Si bien el repentino interés del Siteur por las mujeres que viajan en el transporte público levanta sospechas -¿por qué hasta ahora?-, los números que arroja la encuesta debería de obligar a nuestras acutoridades a combatir el problema a fondo y no a recetar “aspirinas” a quien padece “cáncer”.
Si el escenario que nos pinta la encuesta titulada “La violencia sexual hacia las mujeres en el sistema de transporte público en la zona metropolitana de Guadalajara” es real -también genera sospechosismo la forma alarmista en que se presenta-, entonces lo que se requiere no son unidades exclusivas para las mujeres ni que se repartan los asientos entre hombres y mujeres de varias unidades, sino de que actúen las corporaciones de seguridad pública.
Es cierto, los camiones y asientos rosas son paliativos a la amenaza que enfrentan las damas usuarias del transporte público, pero no son la solución que estas damas requieren y demandan.
Esta medida del Siteur de poner transporte exclusivo para las mujeres sin que la autoridad enfrente de fondo el problema, es tanto como recomendarle a los comerciantes que enrejen -como de hecho ya muchos lo hacen desde años atrás-, sus negocios porque nuestras corporaciones de seguridad pública son incapaces de enfrentar con éxito a los delincuentes.
Es tanto como recomendarle a los ciudadanos en general que no salgan a la calle por la noche porque pueden ser víctimas de un asalto o robo.
Insisto: pintar camiones o asientos color de rosa no resuelve el problema de fondo que enfrentan las mujeres en el transporte público, y tampoco es un consuelo decir que “algo es algo” o que “por algo se empieza”. No, la obligación de la autoridad es darle seguridad a todos los ciudadanos, hombres y muejeres, en la calle y en el transporte público.