Alfaro: con datos chinos, soluciones coreanas y alcances limitados.
Corea del Sur no le dio un nombre específico a su política pública para el combate y prevención del Coronavirus. El anuncio fue directo y de unidad: “todos estamos en una guerra contra el COVID-19”; y desde ese momento, el Gobierno dispuso de su capacidad total, económica, y de infraestructura para atacar al COVID-19.
La estrategia no fue pedir aislamiento total desde el inicio para no afectar a la economía de sus ciudadanos sino analizar e investigar de dónde provenía su principal contagio e implementar de inmediato pruebas de detección rápida, 20 mil por día, a toda la población en cualquier parte del país. Para lograrlo, el Gobierno coreano hizo contratos directos con los fabricantes de las pruebas y se implementaron medidas de difusión masiva en las calles unidas a la pruebas de detección.
El Gobierno de Corea del Sur tiene una sofisticada base de información de todos sus habitantes donde con su número de identificación personal sabe exactamente quién eres, dónde vives, dónde trabajas y tus enfermedades, eso hace posible hacer las detecciones a tiempo. Así es como después de que localiza un caso aísla a la persona con COVID-19 y la monitorea desde una aplicación móvil para que no salga del perímetro de aislamiento.
Actualmente, y una vez medido el impacto en la economía, el Presidente coreano está por iniciar un plan de apoyos directos y no de manera de préstamos a las micro y pequeñas empresas que representan el 7.6% de su presupuesto anual del país.
Al día de hoy la estrategia aplicada en Corea del Sur en contra del COVID-19 es viable para su réplica en todo el mundo, de hecho, Estados Unidos ya ha pedido su apoyo para hacerlo.
En Jalisco, desde el principio a la estrategia se le dio un nombre: “Plan Jalisco COVID-19”. El Gobernador Enrique Alfaro Ramírez emitió un mensaje a través de redes sociales, cuya lectura iba en el sentido de “yo tengo la capacidad de contener el COVID-19 mejor que el Presidente y mejor que los otros gobernadores”.
Pidió cinco días de aislamiento total sin importar la economía de sus ciudadanos, bajo el argumento de priorizar a la salud, pero sin saber dónde estaban los brotes de contagios ni una estrategia concreta para localizarlos.
Después de tres días se dio cuenta que debía tener pruebas de detección rápida y pensó que era fácil obtenerlas confió en su equipo, pero el cálculo le salió mal, y al quinto día tuvo que salir a asumir la responsabilidad y decir que no tenía pruebas, que -increíblemente- no sabía de dónde venían y que los proveedores ya no le contestaban el teléfono.
No se sabe hasta el momento si el sistema de geolocalización de personas aisladas similar al implementado en Corea lo estén desarrollando las empresas de alta especialización de cabecera del mandatario como son Euzen, La Cobacha o Indatcom.
Por otro lado, como parte de su “Plan Jalisco COVID-19”, Alfaro Ramírez anunció apoyos económicos por un total de mil millones de pesos, esto apenas representa el .8% de su presupuesto anual, que serán entregados a las micro y pequeña empresas a manera de préstamos pagaderos a 12 meses.
Por el momento, el Plan Jalisco COVID19 en su vertiente de detección temprana de infectados está detenido hasta que al Gobernador le contesten el teléfono los vendedores, y en su vertiente económica también está entrampada pues la plataforma de trámites falló, eso sin contar que posiblemente no exista apoyo económico que alcance para amortizar – o reparar- el daño económico que causó su decisión de frenar en seco la economía y todo por confiar en su limitado equipo de gobierno.
Seguramente ante esta crisis al Gobernador Enrique Alfaro lo que menos le conviene es que el COVID-19 llegue a contagiar a quien hace sus discursos ya que queda demostrado que es la pieza clave, que todos los demás salen sobrando.
Aunque lo que realmente nos conviene a todos en esta pandemia es mantenermos unidos: Presidente, Gobernador, alcaldes y ciudadanos.