Por Julio César Hernández

¿Sabrá Javier Guízar Macías, dirigente estatal del PRI, lo que está sucediendo en los municipios donde ya se celebraron las sesiones del Consejo Político Municipal y se están tomando decisiones importantes y delicadas, con el aval de los delegados que designó, no obstante que no ha existido quórum?

Se conoció que en una reunión de delegados municipales, Guízar Macías les encargó que procuraran solucionar el mayor número de problemas en los municipios que tienen a su cargo para evitar que dichos conflictos llegaran al comité estatal.

Quizás aquellos tomaron muy “a pecho” la instrucción de su dirigente, pero creo que exageran al permitir que sin cumplir con el quórum los pocos consejeros decidan quiénes serán los integrantes de la Comisión Municipal de Procesos Internos o cuál será el método para elegir al próximo dirigente.

Esta bien que pretendan quedar bien con Guízar, que no quieran agobiarlo con “minucias” como esa de que una minoría decide por una mayoría; que busquen evitarle el mayor número de problemas, cuando tiene uno mayor y de gran peso como es el comandar al priísmo jalisciense, pero tampoco que se “pasen de la raya”.

Por ejemplo en Ciudad Guzmán, la tierra del secretario de Organización, Hugo Contreras, y donde el delegado es el ex diputado Lázaro Arias, el Consejo Político Municipal está integrado por 227 militantes y a la sesión asistieron únicamente 80, por lo que el quórum fue inexistente.

Sin embargo, eso no fue obstáculo para que esos 80 consejeros decidieran quiénes integrarían la comisión de Procesos Internos y definieran que el método para elegir a su nuevo dirigente sea mediante el Consejo Político.

En Tuxpan, donde el delegado es Carlos Mercado Tinoco, la situación no fue muy diferente, pues apenas si se logró el quórum. Ahí el dirigente, Francisco Alcaraz Mejía, lleva dos períodos al frente del partido, y como miembros del Consejo están su esposa, Carmen Ramírez, y su hijo Juan Francisco.

Claro, lo importante fue sacar adelante la encomienda: la elección de dirigente, mediante el Consejo Político, al que califican de amañado y a modo del dirigente.

Si el responsable de estos procedimientos, Hugo Contreras, quiere “chamaquearlo” como lo hizo con Javier Galván, Guízar aun está a tiempo de enterarse de lo que sucede y no permitir que los tiempos de renovación de las dirigencias municipales sean los tiempos de su colaborador, quien anda más preocupado por “amarrar” su candidatura a diputado federal, tarea a la que le quisiera ya dedicar el cien por ciento de su tiempo.

Pero tal vez Javier Guízar le haga un bien a su secretario eximiéndolo de esta responsabilidad para que se pueda dedicar de tiempo completo a trabajar su aspiración, y lo mejor es que lo releve del cargo si no quiere que en vísperas del proceso interno de elección de candidatos “el engrudo se le haga bolas”.

Bastaría con que hable con su compadre y le pida le proponga un nombre para designarlo Secretario de Organización.