Por Hugo Luna

Van 15 días de 2010. Y curiosamente, discutimos los mismos temas cada tres años.

Porque es el periodo en que los municipios se reinventan de acuerdo a la visión de los gobiernos en turno.

Hoy en día tenemos a cuatro alcaldes debutantes, para otro es reaparición y despacha frente al Parián.

El mensaje constante de los ayuntamientos en Guadalajara, Zapopan, Tonalá y Tlajomulco es la corrupción desbordada de sus antecesores, tráfico de influencias, nepotismo y demás antivalores que usted les quiera endilgar.

La luna de miel con la gente tiene fecha de caducidad, hoy es momento que dejen atrás ese discurso. Es hora de trabajar con lo que se tiene; es bien sabido de la insuficiencia presupuestaria.

Llegaron a gobernar porque fueron la mejor opción política, por eso mismo deberán redoblar esfuerzos para sepultar el basurero que les dejaron.

Es otra la condición que vive el único alcalde que repite por segunda ocasión en Tlaquepaque. Su pronta madurez política y ortodoxa conducta permite administrar y gobernar una demarcación marcada por los contrastes socioeconómicos.

Ha dejado atrás el mensaje del saqueo de las arcas municipales, que eso no quiere decir que estén exentos de cualquier anomalía. Ha pasado de las ideas vagas a hechos y conceptos sólidos.

Por eso alguien dijo que para gobernar en una democracia todo sería muy sencillo, si no se tuviera que ir constantemente a elecciones.

Nuestro problema fundamental es que nos pesa mucho el pasado. Demasiado, como lo prueba ese anacrónico discurso sobre la corrupción municipal.

Y por eso, pienso, que tantas veces hemos perdido el futuro.