Los hechos hicieron ayer realidad los pronósticos sobre las elecciones en el Estado de México y Coahuila: ganaron Morena y la coalición Va por México las gubernaturas de ambos estados, respectivamente. Los números son ya lo de menos, porque presuntamente Delfina Gómez no ganó con la enorme diferencia que auguraban algunas encuestas, pero triunfó. Y en el caso de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas prácticamente “aplastó” a sus adversarios.
Ya no podemos esperar cambios en los resultados ni mucho menos que estas elecciones se judicialicen. Los resultados fueron bastantes claros y contundentes.
¿Qué lección dejaron estos dos procesos electorales con miras al 2024 y, en caso concreto, previamente en la definición de las candidaturas presidenciales?
En el caso de Morena, habrá que conocer quién de los tres aspirantes se beneficia más de la victoria en el Estado de México: ¿Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López Hernández? Eso se sabrá más adelante, pero el resultado en la entidad más habitada del país y el hecho de que sume una gubernatura más a su cuenta -la número 23 en sólo cinco años-, pronostica, por el momento, que el partido de López Obrador se perfila para salir con una cómoda ventaja en la carrera por la presidencia de la República, independientemente de quién sea su candidato(a), y que el dos de junio del año próximo en la noche seguramente estaremos hablando del triunfo del candidato presidencial morenista.
El triunfo de la coalición en Coahuila no es referente, primero, por el tamaño del estado; segundo, porque Morena postuló a un débil candidato muy cuestionado, no sabemos si intencionalmente o no; tercero, porque ahí la alianza Juntos Haremos Historia se fracturó y los partidos aliados Verde Ecologista y Partido del Trabajo postularon a sus propios candidatos, lo que dividió el voto. Obviamente nada de esto sucederá con rumbo a la elección presidencial.
Respecto a la coalición Va por México, parece que en el Estado de México apostó a perder, no obstante la actuación de su candidata, la priista Alejandra del Moral, quien prácticamente “remó contra la corriente”, el gobernador Alfredo del Mazo la dejó sola -propios y extraños coinciden en que “la entregó” a cambio de impunidad-; los dirigentes de la alianza nunca actuaron ni tomaron decisiones a la altura de lo que estaba en juego; el dirigente priista, Alejandro Moreno, nunca se entendió con el priismo mexiquense ni mucho menos con el Grupo Atlacomulco -o lo que queda de él-; “Alito” Moreno se dedicó más a autopromocionarse como candidato presidencial que a realizar un trabajo efectivo y eficiente a favor de “su” -nunca la tomó en serio- candidata; y lo sucedido ayer reveló la triste y vergonzosa realidad de las dirigencias de la coalición: al cierre de las casillas, junto con la candidata, a proclamarla ganadora cuando aún no se conocían cifras reales y mucho menos oficiales del resultado, pero luego de que el INE dio a conocer el resultado de su conteo rápido en el que se confirmaba la derrota de la priista, los tres dirigentes ya habían “huido” a Coahuila a refugiarse bajo la sombra del candidato ganador Jiménez Salinas.
Con estos tres dirigentes, del 2017 a la fecha, los tres partidos perdieron ¡20 puntos porcentuales!
En ese año, el PRI ganó con Alfredo del Mazo con el 33.6% de la votación; el PRD, con Juan Zepeda como abanderado -y al que hoy Movimiento Ciudadano extrañamente le impidió contender, lo que se entendió como un “favor” a Morena-, sumó el 17.8%; en tanto el PAN se quedó con el 11.3% de la votación de aquel año. O sea, entre los tres sumaron 62.7%. Ahora, de acuerdo al conteo, podrían obtener juntos menos del 45%. El fracaso se anunció por anticipado.
Con estos tres dirigentes la coalición Va por México no tiene ninguna esperanza de triunfo en el 2024 y mucho menos si llega a fracturarse por la ambición de “Alito” Moreno de ser su candidato a la presidencia. Lo único que estarán haciendo es “repavimentarle” a Morena el camino para lograr el triunfo y quedarse con la presidencia de la República.
A reserva de analizar otros escenarios y lecturas que nos deja la elección de ayer en el Estado de México, esta primera “pincelada” nos pinta el panorama que nos espera con al actual oposición: desolado, sin esperanza de una contienda lo más pareja posible, y con un poder presidencial que está dispuesto a arrasar y quitar del camino a quien se le atraviese.
Y si no, al tiempo…