La aprobación del Presupuesto 2008 de la Universidad de Guadalajara el jueves pasado puso fin al primer round del conflicto que se ha iniciado entre el ex Rector Raúl Padilla López y actual Rector General Carlos Briseño Torres.
Según todos los jueces este primer episodio sin duda se lo llevó Raúl Padilla, pero tanto los aliados de Briseño Torres como los observadores del conflicto están a la espera de saber si el actual Rector saldrá de nuevo de su esquina a seguir la pelea o si de plano se resigna a ser un simple empleado sexenal del poderoso ex Rector.
Para todos queda claro que el hecho de que Carlos Briseño haya abierto tan pronto su juego le permitió a Raúl Padilla reaccionar a tiempo, preparar su estrategia de defensa, cerrar filas con quienes le siguen siendo fieles y frenar el primer embate de los briseñistas.
Así maniobró Padilla López, por ejemplo, cuando reunió en su propia casa el pasado viernes 18 de enero a alrededor de tres decenas de funcionarios del primero y segundo nivel de la administración universitaria -entre los que había Rectores de Campus, directores generales y jefes de división- para instruirlos de que se encargaran de desprestigiar y aislar a Carlos Briseño en sus respectivos ámbitos de influencia, pues, según sus palabras, el actual Rector ya se había volteado en contra del grupo.
Así pudieron cerrarle el paso a Carlos Briseño y su grupo para que no pudieran concretar la aprobación de un presupuesto que les otorgaba más poder al Rector General y sus aliados y que mermaba el margen de maniobra de los padillistas.
Todo esto se dio entre las amenazas de los briseñistas de hacer públicas algunas de las cuentas del Grupo de Raúl Padilla y algunos amagos de despedir a funcionarios allegados al ex Rector.
Al fin de cuentas Carlos Briseño perdió el primer round de una pelea que muchos consideran no se ha acabado.
Por el lado de los briseñistas, al hacer el recuento de los daños, muchos siguen creyendo que el ex Rector y sus aliados no son invencibles, y que los enemigos que Raúl Padilla ha dejado a su paso por sus 18 años de control político son los suficientes como para voltear el equilibrio interno del poder universitario.
En sus cálculos, también consideran que en el exterior de la universidad son muchos los que verían con satisfacción la caída del jefe político universitario. De entrada, estiman, ni el gobierno estatal ni el federal moverían un dedo en defensa de Padilla.
Por eso los aliados de Carlos Briseño esperan que, en su esquina, el actual Rector tome aire, se reponga de los golpes recibidos y decida qué es lo que sigue: si se resigna a ser un empleado sexenal más de Raúl Padilla o si se decide a continuar la pelea.