Cuando los “cúpulos” empresariales habían echado las “campanas al vuelo” porque el gobernador Enrique Alfaro Ramírez les anunció con “bombo y platillo” que hoy lunes 18 se reactivaba la economía con la reapertura gradual y escalonada de los sectores de la industria, del comercio y de los servicios, se toparon con que el Mandatario estatal se “aceleró” y luego se vió obligado a meter freno y reversa.
Los “cúpulos” empresariales que llenaron de elogios la figura de Alfaro en la última reunión de la Mesa de Reactivación Económica, en voz del presidente de la Cámara de Comercio de Guadalajara, Xavier Orendáin de Obeso, y que gustosos se pusieron de pie para aplaudirle y autodenominarse que ellos eran “Jalisco todo”, guardaron silencio ante el “tropezón” del Ejecutivo. Ni “pío” dijeron.
En un recuento de hechos, que más bien debería ser de daños, las cúpulas empresariales son las grandes perdedoras económica y políticamente en estos tiempos de coronavirus, pues con su entrega total e incondicional al alfarismo no sólo desprotegieron a sus representados o afiliados -varios de los cuales han decidido tomar otro camino, como deslindarse del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco que comanda Rubén Masayi González Uyeda-, sino que quedaron aislados al “romper” -en papel- su relación con el Consejo Coordinador Empresarial (CCJ) y al ser ignorados por el gobierno federal con el que pretendieron tener una relación directa, sin la intermediación del CCE ni de sus dirigencias nacionales.
Pero dentro de ese grave escenario que hoy enfrentan los “cupulos” jaliscienses del sector privado, está también el que hayan sido ignorados y no apoyados en sus posturas por sus dirigentes nacionales de la Coparmex, de la Concamín, de la Concanaco y del Comce, por referirnos a los más representativos. Ninguno de ellos “metió la mano al fuego” por el empresariado jalisciense.
Y es que la realidad de este empresariado jalisciense tiene que ser comparado obligadamente con sus similares de la Ciudad de México, del Estado de México y de Nuevo León, quienes sin llegar a la tragedia ni hacer el ridículo de romper públicamente con el CCE ni enfrentarse con el gobierno federal, lograron ser recibidos y atendidos en Palacio Nacional por el propio López Obrador.
A los de aquí ni las llamadas telefónicas les tomaron.
Los “cúpulos” empresariales pagan de esta manera su extraña alianza con el alfarismo, y digo extraña porque no es esa relación de mutuo respeto que sus antecesores tuvieron con los gobiernos priistas y panistas, a quienes no les dejaban de manifestar públicamente sus quejas e inconformidades, aunque ello no significara un enfrentamiento, una pelea o un rompimiento con el Ejecutivo en turno.
No, ahora los dirigentes empresariales asumen una actitud de entreguismo y sumisión a Enrique Alfaro, una fidelidad que no es sana para el sector empresarial y sus representados, que ellos disfrazan de “colaboración” y “unidad”, pero ha quedado evidenciado que el Ejecutivo los tiene bajo su control.
Ya lo he dicho en diversas ocasiones aquí en Marcatextos: nunca como ahora los “cúpulos” empresariales han dejado mucho qué desear y asumido el papel de súbditos del Ejecutivo. El discurso de Orendáin de Obeso quedó para la historia de la sumisión de la iniciativa privada al gobierno. Fue vergonzoso.
Los “cúpulos” han seguido fielmente al gobernador en sus andanzas en contra del gobierno federal desde aquel ridículo discurso en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres hasta ahora en tiempos del coronavirus. Y así les ha ido con el lópezobradorismo.
Quisiera creer que estos dirigentes empresariales cambiarán de actitud y asumirán una postura de mayor dignididad, pero lamentablemente no hay señales de que eso sea posible. Y con tal de quedar bien con el Poder Político para satisfacer sus intereses particulares y de grupo, poco les importa la suerte de sus agremiados.
Y así será mientras sigan “comiendo” de la mano del Ejecutivo.