Luego de los 222 votos que la oposición emitió para evitar que se concretara la reforma constitucional del presidente Andrés Manuel López Obrador en materia eléctrica, no ha faltado quienes ya “echaron las campanas al vuelo” festinando que ahora sí hay oposición y que si el PAN, el PRI, el PRD y hasta Movimiento Ciudadano se mantienen aliados, entonces es posible ganarle a Morena en el 2024 porque ya quedó demostrado que no es invencible.
Sin duda que la euforia del resultado que vimos el domingo en San Lázaro “nubló” la vista a más de uno y los hizo “soñar” con una presunta realidad que aún está lejos de que pueda ser posible, pues la alianza en contra de la reforma eléctrica fue con un objetivo muy particular: que Morena y López Obrador no alcanzaran las dos terceras partes de los votos a su favor necesarios para dicha reforma constitucional.
Sí, el objetivo del 2024 también es muy particular: ganar la presidencia de la República. Pero aquí ya entran en juego factores diversos, comenzando porque el resultado no lo definirán 500 ciudadanos sino cerca de 93 millones que integrarán la Lista Nominal del Instituto Nacional Electoral.
Además, ante los “palos de ciego” que ha dado Movimiento Ciudadano con su postura de ir en contra de las reformas de Peña Nieto, primero, y de López Obrador, ahora, sin tener una definición en la materia, debemos dar por descartado que en el proceso electoral próximo se sumará a “Va por México”, considerando que su máximo dirigente y dueño, Dante Delgado Rannauro, declaró que no se sumarán a esta coalición porque, asegura, ellos son la “tercera vía”, aunque ya quedó demostrado el domingo pasado que dicha “vía” es inexistente porque se sumaron al bloque integrado por quienes acusan de haberle fallado a México: el del PAN-PRI-PRD.
¿O la falla de este bloque de partidos tradicionales a México sólo ha sido en lo electoral y es en este terreno al que no se sumará MC? ¿Cómo puede ofertarse al electorado un partido político que no sabe ni qué rumbo lleva?
Luego, tendrán que definir quién será el candidato de la coalición. El dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, quiere ser y hay quienes pecaron de optimistas porque creen que ya se ganó la candidatura con su intervención del domingo anterior. Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, también “sondea” la posibilidad de anotarse en la lista de aspirantes. Otros más han “soltado” el nombre del ex secretario de Turismo, Enrique de la Madrid; y hay hasta quien apuesta -y cruza los dedos- porque el candidato sea el alcalde de Monterrey, de MC, Luis Donaldo Colosio Riojas, con la creencia de que su nombre y apellidos bastarían para imponerse a Morena y quien fuese su candidato o candidata. Si es así, aseguran que entonces sí Movimiento Ciudadano se uniría al bloque.
Aquí hay que preguntarnos: Si el priista “Alito” Moreno fuera el candidato ¿votarían por él los panistas y perredistas de todo el país? Y si lo fuera el panista Marko Cortés, ¿sufragarían a su favor priistas y perredistas sin regatearle nada?
¿Y qué si Marcelo Ebrard no es candidato de Morena? De entrada, se avizora que sería el perfil por el que estaría apostando Movimiento Ciudadano antes que Colosio Riojas, esperando que el presidente municipal regiomontano madure políticamente más. ¿Se unirían PAN, PRI y PRD a MC para postular a Ebrard, en la creencia de que también sería el candidato del partido Verde Ecologista?
Otra más: ¿Todas las candidaturas habidas y por haber en el 2024 serán en torno a esa alianza o coalición o será selectiva? ¿En algunos estados sí y en otros no? ¿O en algunas entidades será parcial y en otras total? ¿Y qué si Movimiento Ciudadano se suma a “Va por México”? ¿Aceptará la alianza en Jalisco o Nuevo León, por ejemplo? O como en el 2018: ¿a nivel federal serán aliados y en Jalisco adversarios? ¿Será para el ciudadano común fácil de digerir este enredo electoral que pueda provocarse?
Estos son algunos de los factores que aún están lejos de ser definidos y detallados cuando falta mucho para el 2024, y para entonces muchas cosas pueden suceder. Habrá quien diga que es entendible que la euforia dominical hizo a no pocos creer que lo sucedido en San Lázaro podría replicarse en la elección presidencial, pero tampoco hay que engañarse.
Y es que si bien la bancada de Morena y aliados no alcanzaron las dos terceras partes de los votos requeridos para la reforma constitucional, no hay que olvidar que voto contra voto los morenistas obtuvieron mayoría: 275 a favor por 222 en contra. Y en la elección del 2024, ganará quien obtenga mayoría de votos.
Por eso, tampoco hay que asegurar que, ahora sí, ya hay oposición en México. La habrá si a partir de lo sucedido el domingo anterior, esa oposición en alianza da “tiros de precisión” y no registra fisura o fractura alguna. Y para que sea una oposición que genere esperanza y tenga posibilidades de salir victoriosa, requerirá de que encuentre un liderazgo que la cohesione y de que se gane, además, el apoyo de la ciudadanía hoy indecisa por quién votar, de los escépticos, de los desconfiados. Si es así, entonces sí podría existir una oposición competitiva para el 2024.
Porque recuerden: “una golondrina no hace verano…”.
Al tiempo…