Por Hugo Luna

Gary S. Becker, el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel 1992, citó en una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid que todas las naciones tienen que cuidar su principal riqueza.

La riqueza, explicó, no son los recursos naturales. La principal riqueza de un país son las personas.

En los últimos días se ha comentado que nuestro país ha malversado los recursos provenientes de la exportación de petróleo. No, señores, ha desperdiciado algo más importante: su capital humano.

La miopía nacional ha permitido que desde hace tres lustros lo que era una emigración ordinaria se haya convertido en verdadera hemorragia demográfica.

Millones de mexicanos que se han ido a Estados Unidos. Vicente Fox  en su momento  declaro que eran compatriotas que vacacionaban en la Unión Americana y Canadá. Nuestros gobernantes  lo ven hasta con alivio, porque les dan un respiro al aligerar las presiones sociales por la parálisis en generación de empleos.

Se marchan los audaces, los que tienen espíritu para luchar para mejorar sus vidas. Y ahora empiezan a irse los más educados, porque aquí su trabajo es mal pagado.

Esta sangría ya la sufrieron otros países, como España, cuyos trabajadores hubo un tiempo que se dispersaron por Europa, hasta que España empezó a generar empleos, empleos bien remunerados, por el crecimiento económico que significó su incorporación a la Comunidad Europea.

Aquí seguimos apendejados, indiferentes ante la sangría demográfica que significa la emigración a Estados Unidos.

Lo más lamentable, algunos hasta aplauden que haya emigración, porque habrá más remesas de divisas. Que poca…sensibilidad.