Por Hugo Luna

Luego de escuchar al hombre más rico del país, y el segundo más rico del mundo, presagiar un escenario “catastrófico” en el país, por la crisis económica, es algo que tuvo efectos inmediatos. Medio país se alborotó o dicho de otra manera se puso a “parir chayotes”, cuando corrieron como reguero de pólvora a lo largo y ancho de la República, las palabras de Carlos Slim Helú , que emulando a Nostradamus, anunciaba la peor plaga bíblica en materia económica.

“El PIB se desplomará, habrá niveles de desempleo nunca antes vistos, la quiebra de un buen número de empresas, el cierre de comercios e inmuebles vacíos”, decía Slim desde un foro en el Senado, sus palabras calaban fuerte en el ánimo de muchos compatriotas, que escucharon y leyeron con angustia los negros pronósticos del presidente de Grupo Carso.

En Los Pinos recibieron el mensaje del empresario que, por razones que seguramente conocen bien, telegrafiaba su discurso con dedicatoria directa al presidente Calderón: “No quiero ser catastrofista, pero será una situación delicada y habrá que estar preparados para enfrentarla para que después no estemos llorando”

Acto seguido la Presidencia de la República envía a su “fajador”, el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón a subirse al ring con el hombre más rico del planeta. “No es cierto lo que dice el señor Slim. Nadie más ve un escenario tan catastrofista como él. Es dueño de monopolios y no permite la competencia abierta en el sector de telefonía”, fueron algunos de los mensajes de Lozano Alarcón.

Los comentarios de Lozano, dan color en lo que puede haber detrás de este pleito inusual en la vida nacional. Por un lado, es conocida la intención de Slim de sacar al aire un canal de televisión por cable, con el que buscaría competir con las empresas cableras que a él le compiten ya prestando servicios de telefonía e internet, a partir del llamado “Triple Play”, autorizado por la SCT.

Mientras las cofradías políticas y económicas se enfrascan en un pleito nunca antes visto, este país transita del azoro por los “negros” pronósticos de Slim al asombro de ver en plena batalla campal al presidente con el “verdadero patrón”.