Gilberto Pérez Castillo

Carlos Briseño Torres encontró la manera de hacer negocio con su ya aburrida terquedad de regresar a ocupar el cargo de Rector General de la Universidad de Guadalajara o de plano ya perdió su salud mental.
Sólo con alguna de las anteriores alternativas se entiende que crea, o quiera hacer creer a otros, que puede regresar al cargo del que fue destituido.
Con su discurso desgastado del ya merito una y otra vez intenta aparecer en los medios de comunicación para mantener una expectativa de su ya mero casi pronto inminente ahora sí regreso por la vía de la resolución judicial.
Pero los medios se han venido cansando de las reiterativas versiones de Carlos Briseño y los observadores se han ido dando cuenta de dos realidades:
Una. Carlos Briseño ya encontró en su oposición al grupo de Raúl Padilla un modus vivendi que le resuelve sus problemas económicos. Contradiciendo su supuesto compromiso con la transparencia, el ex Rector se ha negado una y otra vez a informar a la comunidad quién o quiénes financian su oficina, sus viáticos, sus viajes, sus bardas y sus desplegados, que en conjunto valen muchos cientos de miles de pesos.
Por eso se entiende que se mantenga manteniendo vivo el mito de su regreso, porque mientras éste dure la llave del financiamiento se mantendrá abierta.
Dos. Carlos Briseño debe estar consciente de que ni siquiera una resolución de los tribunales a su favor pueden hacer que en realidad regrese a ocupar de nueva cuenta el cargo de Rector General: una sentencia judicial decide situaciones jurídicas pero no cambia la realidad.
Resulta claro para cualquiera que alguien que cuenta con el rechazo de la mayoría en el Consejo General Universitario, en el Consejo de Rectores y en las dirigencias de los sindicatos de trabajadores, académicos y estudiantes no puede sostenerse al frente de la Universidad ni con una sentencia judicial en la mano.
Por eso resulta absurdo pensar que Carlos Briseño, quien dentro de la Universidad ya no cuenta ni con quienes fueron sus más cercanos colaboradores, pueda regresar a ocupar el cargo de Rector General.
Insisto, una sentencia resuelve sobre cuestiones jurídicas, pero no puede cambiar toda una realidad política dentro de la institución.