Por Hugo Luna

Hasta este momento no he leído, mucho menos escuchado, alguna propuesta económica por parte de los candidatos a gobernar los municipios de la zona metropolitana. En esta ocasión hay un candidato que ya fue alcalde de Tlaquepaque, Miguel Castro Reynoso, que ya conoce los intestinos de la gestión municipal, una demarcación marcada por la pobreza, el subdesarrollo, la delincuencia, y la ineficiencia; son distintas facetas de lo mismo: municipios profundamente enfermos.

Quienes buscan administrar a Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco y El Salto, lo harán en un marco nada halagador en el terreno económico, pues los analistas financieros dibujan un escenario adverso el próximo año. Esta aseveración parece canción reiterativa que anualmente nos cantan los mercados internacionales.

Hoy por hoy el municipio deberá asumir la tarea de promotor de su propio desarrollo. Las demarcaciones municipales, a través de los años, se han consolidando como un prestador de servicios públicos que le son necesarios a la población como el agua potable, drenaje, basura, jardines, pavimentación de calles, etc. Pero el municipio, a pesar de estar integrado como el estado por población, territorio y gobierno, no participa como generador de su propio desarrollo.

El actual escenario de pobreza globalizada que vivimos exige que los ayuntamientos además de ser prestadores de servicios públicos, se le debe reconocer como un órgano de gobierno capaz de coadyuvar a generar desarrollo económico.

La inmensa mayoría de las demandas sociales trascienden los límites municipales, de allí surge la cooperación intermunicipal que suele generar problemas de gobernabilidad y gestión.

Una de las alternativas reales de apalancamiento económico lo es el turismo como motor de desarrollo, es unos de los ejemplos y unos de los mejores futuros para que los recursos naturales de los municipios den pie al desenvolvimiento y explotación turística de la zona metropolitana.

El turismo como política pública nunca ha sido relevante para los tres niveles de gobierno en el país, en el discurso ocupa un espacio importante; en los hechos brilla en el anonimato.

Pero esta es la coyuntura donde los municipios metropolitanos reconsideren su intervención con la finalidad de considerar la actividad turística como un ejercicio de desarrollo de largo plazo.

Una muestra lo es la Ruta del Tequila que representa una herramienta de desarrollo económico y social para sus habitantes y las micro, pequeñas y medianas empresas. Cuenta con una oferta de hospedaje  de 325 habitaciones en sus ocho hoteles, 14 restaurantes de primer nivel, servicios de siete operadores turísticos establecidos en la zona y seis empresas de transportes.

Señores candidatos: si desean contribuir a resarcir el rezago social y económico en sus respectivos municipios, diseñen su respectivo programa para la actividad turística mismo que pueden articular a la estrategia que ya realizan: Teuchitlán, El Arenal, Amatitán, Magdalena y Tequila como ayuntamiento ancla.

Lo que sí es claro es que la manera de resolver los problemas sociales que abruman a los gobiernos municipales, no depende únicamente de la recaudación de impuestos, sino que es imperioso encontrar formas novedosas e inteligentes de abordarlos.