Alfonso Javier Márquez

A mí que no me toquen mi televisión cuando estoy viendo el fútbol. Eso mismo pensamos muchos mexicanos que tenemos en el encuentro del fin de semana uno de los pocos escapes que puede ofrecer la vida contemporánea. Y este fin de semana en IFE, los partidos políticos y los políticos se metieron donde no debían: interrumpieron a los ciudadanos que gustan de la televisión que en este país representa a la gran mayoría de los habitantes ocasionando una oleada de críticas que se están convirtiendo en verdadera indignación social por una cosa que parece tan trivial, pero no lo es.

Y las televisoras ayudaron; sabían que interrumpiendo el partido de fútbol en el momento mas emocionante lo menos que podrían causar era la mentada de madre del grueso de los espectadores, primero contra la televisora, pero al leer el texto que pusieron para protegerse y tirarle la responsabilidad a quien la debe tener, es decir los diputados que modificaron la ley, entonces la atención se centró en ellos y en la autoridad electoral, el IFE.

Si yo fuera un representante de un partido político estaría muy enojado pues este asunto que indigna a la población, lejos de allegar votos los quita. A nadie le gusta que le quiten el partido para ver una bola de políticos que ni tan contentos nos tienen. Estaría preocupado porque ya no se puede hacer nada de aquí al proceso electoral y lo que menospreciaron los entonces diputados que hicieron las modificaciones, como Manlio Fabio Beltrones, Santiago Creel y otros, ahora se les viene encima y son los grandes consorcios de medios que tomarán venganza con singular alegría ante la situación en que los dejaron en estas campañas, es decir, sin poder tocas un solo peso de los políticos ni de sus partidos.

Se van a arrepentir quienes promovieron estas medidas para sacar a los medios de comunicación de las contiendas electorales pues ahora que los necesitan mas es cuando mas en contra los tienen. Los spot interruptores de programación son solo una de las primeras muestras del poderío de los medios y los efectos aun no los alcanzan a medir las cabecitas de esos políticos con los que Dios nos castigó a la mayoría de los mexicanos y que no miden las consecuencias de sus actos.