Por Julio César Hernández

En medio de una megatormenta fallida en la zona metropolitana y de una tromba al sur de la zona metropolitana, sin contar los estragos provocados en el túnel de Las Rosas, el director del Siapa, Rodolfo Ocampo Velázquez, asegura que para terminar con las inundaciones se requiere de una inversión de 5 mil millones de pesos y seis años de trabajos continuos.

Resulta interesante conocer que el responsable de este organismo tiene un diagnóstico de lo que se requiere para, de una vez por todas, poner fin a un agudo problema que los gobiernos anteriores no quisieron atacar a fondo.

Simplemente lo fueron administrando, para dejar que su sucesor hiciera frente a él, sin importarles el costo que tuvo para miles de habitantes de la zona metropolitana que año con año veían cómo sus casas se anegaban y sus menajes se perdían o maltrataban.

Nunca ha habido la voluntad política para terminar con un problema, cuya solución requiere de trabajos que quedan enterrados, que no se ven y que, por supuesto, no genera votos ni hace lucir la figura de nuestros gobernantes.

Ocampo Velázquez refiere que se requiere el apoyo del gobierno federal para hacer frente, con el 50 por ciento, el costo de la obra; o sea 2 mil 500 millones de pesos.

Aunque con el actual gobierno no tenemos garantía de éxito, esperamos que los cabilderos del Ejecutivo sepan operar para convencer al gobierno de Felipe Calderón del apoyo que en este rubro requieren los jaliscienses.

Vamos, esto es de capacidad de negociación de nuestros gobernantes –que aseguren que no se gastarán los recursos en donativos a diestra y siniestra- y de voluntad política del gobierno federal.

Si las dos cosas se cumplen, estaremos ya del otro lado y quizás para entonces ya podamos circular por la zona de Plaza del Sol en tiempos de lluvias, sin el temor de ver nuestro vehículo convertido en una “lancha” con ruedas o como un simple objeto debajo del agua.

Pero creemos que no solo es cuestión de dinero sino también de una continuidad en el gobierno, tanto en los cambios sexenales como en la permanencia de los funcionarios claves para que estas obras lleguen a buen fin.

Y aquí estaríamos hablando de secretarios de Desarrollo Urbano que hagan bien su trabajo y permanezcan en el cargo los seis años; de directivos del Siapa que no tengan ambiciones políticas que los lleven a dejar el trabajo iniciado sino el compromiso de concluir la meta trazada durante el tiempo por el que fueron designados; y de todo un equipo de trabajo que se mantenga trabajando unido por todo el tiempo de la administración y que no se desmantele porque aspiran a ocupar otros cargos de elección popular.

Al actual gobierno de Emilio González le quedan cuatro años y medio por delante para en ese tiempo aventajar mucho en esta obra, y su sucesor, independientemente del partido al que pertenezca, le corresponderá concluir la obra, sin reparar –ni uno ni otro- en quién se llevará los reflectores.

Lo importante es pensar en solucionar un hoy grave problema que enfrenta la ciudadanía, no quien se coloca la “estrellita”.