Por Hugo Luna

En Jalisco y en todo el territorio nacional, hay una diversidad de grupos que se organizan para proteger sus privilegios.

Empresarios que obtienen concesiones y regulaciones monopólicas. Productores rurales que consiguen subsidios en la Seder, Sagarpa, Financiera Rural, FIRA y otras agencias gubernamentales. Sindicatos que logran contratos leoninos.

Las organizaciones señaladas actúan en función de verdaderas cofradías, mismas que en lugar de elevar la productividad, desvían recursos para beneficiarse, lo cual afecta  la eficiencia económica.

Estos clanes urbanos y rurales defienden a capa y espada sus rentas por lo que los estados y municipios no puede adoptar nuevas tecnologías o reasignar recursos para enfrentar situaciones cambiantes.

Abundan los grupos que defienden sus privilegios a costa del beneficio de la sociedad entera. Algo así como “Hágase la voluntad de Dios, pero en las mulas de mi compadre”.

Los ejemplos son múltiples. El narcotráfico se beneficia que las policías preventivas no funcionen adecuadamente. Empresarios monopolistas o “gandayas” cobran de más porque no hay competencia en su sector.

Sindicatos que merodean a la Pymes mal administradas. Es obvio, que estos grupos defienden sus intereses y, por tanto, obstaculizan cualquier cambio.

Ellos son los ganadores de la falta de reformas estructurales. Y los perdedores somos la mayoría de los mexicanos condenados a vivir en el subdesarrollo y la pobreza.

Mucha grilla, muchas leyes y cero riqueza nacional.