¿Cuánto se ha dicho ya de la ilegal acción del gobernador de Nuevo León, Samuel García, y de su esposa por haber sacado de una estancia infantil del DIF a un bebé de cinco meses, con discapacidad, para llevárselo a su casa un fin de semana y “exponerlo” en sus redes sociales como si fuese “su” mascota”, para finalmente regresarlo a dicha estancia?
¿Qué podemos decir ahora de un menor de edad, de 16 años, que fue sacado de su casa a la fuerza por desconocidos, en Tlajomulco, y que pocos días después fue encontrado en otro inmueble, a espaldas de las instalaciones de la Fiscalía Regional, en el mismo municipio, ya sin vida?
Ambos casos se registraron en entidades gobernadas por Movimiento Ciudadano, sí, el partido político que tiene como precandidato a la gubernatura de Quintana Roo a un personaje de la farándula, Roberto Palazuelos, que confesó admirar a Joaquín “El Chapo” Guzmán; que se drogaba: “ahí ya me empezaba a meter perico…”; y que “se armó una puta balacera (…) matamos a dos cabrones…”.
Samuel García comienza apenas a gobernar y ya es sujeto de escándalos -como siempre lo fue durante su campaña-; Enrique Alfaro Ramírez cumplió el pasado seis de diciembre tres años al frente del gobierno del Estado y Jalisco se mantiene desde hace tiempo teñido de rojo, con una Fiscalía que él mismo reconoció y declaró públicamente que está infiltrada por la delincuencia organizada, con su territorio infestado de fosas clandestinas donde se han encontrado infinidad de cadáveres y restos de los mismos sin saber a quién pertenecen, mientras seguramente sus familiares siguen clamando por su aparición; donde la desaparición de personas se ha convertido en la cosa más común. Y Roberto Palazuelos apenas se registró como precandidato y ya se recordaron sus propias declaraciones -nadie las inventó- que lo “pintan” de cuerpo completo.
¿De verás es posible creer que personajes como los gobernadores de Nuevo León y de Jalisco puedan ser considerados aspirantes a la presidencia de la República, luego de las condiciones en que tienen a sus estados o, en el caso del primero, las muestras de frivolidad que ha demostrado en sus primeros meses de gobierno que nos advierten el sentido del resto de su sexenio? ¿Será posible creer que Dante Delgado, dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, se atreverá a postular a Palazuelos como su candidato a gobernar Quintana Roo?
Si todo eso sucede, no hay duda que Movimiento Ciudadano no es, por ninguna circunstancia, la “tercera vía”, la “tercera alternativa” como se presentan ante los mexicanos, cuando sus gobiernos son muestra de incapacidad y hasta de fracaso en un rubro que tiene a todos el país -el gobierno federal no es ajeno a ello, por supuesto-, en vilo, como es la seguridad pública.
Es lamentable cómo políticos capaces, inteligentes, algunos con un largo historial de experiencia y buena carrera, y algunas jóvenes promesas en la política, que forman parte de Movimiento Ciudadano -militen o no en él, finalmente gobiernan bajo sus siglas, tienen un cargo de representación popular u ocupan cargos en las dirigencias-, guarden silencio ante estos hechos y se mantengan dentro de este partido. No quieren ver lo evidente.
Lo que le sucedió al bebé Emilio en Monterrey, Nuevo León, y al joven Eduardo en Tlajomulco, Jalisco, demuestran que quienes gobiernan estas entidades tienen la mente puesta en otra cosa menos en velar por la seguridad y el bienestar de sus gobernados. Ellos insisten en querer ser populares a través de las redes sociales, en sumar “likes”, pues su objetivo está puesto en el 2024, no en el hoy y en el ahora.
Pero en Jalisco, lo que le sucedió al jovencito Eduardo y a su familia lo han padecido muchos y muchas familias. Y parece que esta historia no tiene fin ante un gobierno que cree que se gobierna desde las redes sociales, mientras la delincuencia hace de las suyas.
Lamentable….