Por Julio César Hernández
 
Que la ruptura de la relación-negociaciones entre Bernardo Guzmán Cervantes y Raúl Alejandro Padilla López se dio en la mesa donde el representante del primero, Isidoro Campos, y el del segundo, Manuel de la Cerda, discutían la forma en que se aplicaría la multimencionada encuesta.
 
Y es que resulta que ambos estaban de acuerdo en depurar del padrón panista los militantes que simpatizan con su otro adversario, Guillermo Martínez Mora, a fin de que no participaran en la elección del candidato de la alianza.
 
Sin embargo, haciendo caso omiso a aquello de que “entre gitanos no se leen las cartas”, uno y otro pretendía enlistas entre los “guillermistas” a simpatizantes de Bernardo o de Raúl Alejandro, según fuera la propuesta, para reducir el número de apoyos del adversario.
 
Cuentan que en esta reunión -que se efectuó ayer en Concentro-, ambos representantes se alzaron la voz u supuestamente hasta se “mentaron madres”, quizás contagiados por la tensión provocada por la grabación donde se pone al descubierto el condicionamiento de apoyo en programas sociales a cambio del voto a favor de un “Bernardo”.
 
A esto los llevó su falta de un pronto entendimiento y el deseo de alargar a lo más la aplicación de una encuesta que definiera al candidato de la alianza.
 
Los errores se pagan caro, pues.