Hugo Luna
Alberto Cárdenas Jiménez al convertirse en el primer gobernador emanado de la oposición, es decir Acción Nacional. Incluyo en su Plan Estatal de Desarrollo; un programa de regionalización que perseguía la necesidad de reogarnizar a la entidad en aspectos socioeconomicos y ambientales para optimizar el vocacionamiento de las regiones. Al asumir la gubernatura, Francisco Ramírez Acuña; este borró todo el trabajo de su antecesor y ejerció de manera paternalista el desarrollo de los municipios.
Desde hace tiempo, es motivo de dialogo y debate el tema de reordenar territorialmente al estado, con el fin de revertir la sobrepoblación y hacinamiento que a diario padecemos en la zona metropolitana y privilegiar el desarrollo regional sustentable, a través de ciudades medias articuladas entre si en actividades económicas y sociales.
El reciente trabajo del Consejo Estatal de Población, dibuja un escenario nada halagador: de un lado, la región centro de Jalisco incementará su población en 27.17 por ciento al pasar de los cuatro millones 548 mil 161 personas para el 2030.
Por el otro lado: algunas regiones, como la de Sierra de Amula que pasará de 1.27 por ciento a sólo 0.71 por ciento de la población en el estado.
Por ahora, todos los que habitamos Jalisco tenemos de dos sopas que se traducen en mejor calidad de vida: emigrar a la zona metropolitana de Guadalajara o a buscar el sueño americano.
Ha transcurrido un poco más de una década, es momento de cuestionar al gobierno local por qué le ha fallado la estrategia de regionalización, misma que esta orientada a los municipios del interior, especialmente aquellos considerados como ciudades medias o polos de desarrollo (Ameca, Tepatitlán, Ciudad Guzmán y Colotlán), que les garantizaban a sus pobladores bienestar para sus familias.