Privilegios de unos cuantos

Por: Hugo Luna

Como es del conocimiento, nuestro sistema político en que vivimos durante la mayor parte del siglo XX y parte de este; se construyó sobre grupos que recibieron, en pago por sus servicios políticos, privilegios o dádivas económicas. En todos los casos, estos “favores” son una forma de redistribución de la riqueza, de quienes la producen hacia estos grupos. Los estudiosos de la economía la denominan la apropiación de rentas.

Por ejemplo: las organizaciones sindicales, se le has privilegiado con empleos innecesarios, salarios muy superiores a la aportación del trabajador, pensiones sin sustento, transferencias directas. Para la clase empresarial, mercados concentrados, bajos impuestos, apoyos financieros y fiscales, mala regulación. Para los intelectuales, plazas universitarias sin control, asesorías virtuales, premios y turismo académico

Todo este ejercicio le ha representado un costo al país. Cuando agotamos los recursos, a mediados de los 60, fue necesario endeudar al país para sostener esos privilegios. Cuando la deuda ya no pudo sostenerse, fue el petróleo el que los financió. Con ello el Estado había trasladado los costos de los privilegios hacia el futuro: deuda por pagar, agotamiento del petróleo, pensiones sin reserva.

Lamentable, mantener los privilegios implicó no invertir en el futuro: ni en infraestructura ni en capital humano. La infraestructura con que cuenta México y sus regiones es deplorable, pero es peor aún la situación del capital humano: dos terceras partes de los adolescentes, cuando salen de secundaria, están condenados a la miseria, al fracaso, porque no tienen las capacidades mínimas para ganarse una vida adecuad.

Por eso nuestra Patria no es competitiva, pero tampoco es un país justo. No hay forma más eficiente de perpetuar la desigualdad que condenar a dos terceras partes de los jóvenes a la ignorancia en una economía que hoy depende del conocimiento. Transformar a los grupos privilegiados o poderosos, es decir rentistas, en grupos productivos es el reto más importante que tiene México. El costo que estos grupos han significado para el país es muchas veces más grande que cualquier crisis financiera.

El reto es convertir al sindicalismo corporativo llámese CROC,SNTE,CTM e IMMS en una fuerza laboral organizada, democrática, transparente y comprometida con la generación de riqueza; convertir al productor de maíz rentista, oligopolio, en un emprendedor que arriesgue; convertir al profesor anquilosado, perezoso, crítico por deficiencia, en un creador de ideas. Pero nadie deja privilegios fácilmente. Unos quieren vender sus plazas, otros quieren rescates, unos más piden subsidios, y otros siguen vendiendo la crítica fácil, que por cierto su clientela es abundante.

Que quede clara la idea: acabar con los privilegios sin destruir a los grupos. La renta deja de serlo cuando se corresponde con lo producido. No es un privilegio ganar más que los demás, privilegio es no habérselo ganado con formas y métodos nada transparentes.