Una joya de frases nos dejó la sesión del Congreso del Estado en la que mayoritariamente los diputados aprobaron solicitar al Comité Coordinador del Sistema Anticorrupción del Estado la separación de David Gómez Álvarez Pérez como consejero del Comité de Participación Social en tanto se llevan a cabo las investigaciones en su contra por presuntos ilícitos.
El coordinador de los diputados del partido Movimiento Ciudadano, Salvador Caro Cabrera, expresó: “(…) tomamos una decisión que sirve de precedente para que ni políticos, ni mercaderes de la política ocupen espacios ciudadanos y estos estén libres de partidos y grupos de interés”.
La diputada Mara Robles Villaseñor, del partido Movimiento Ciudadano, qien votó en contra de la propuesta, dijo: “No se hagan bolas, esto es en contra de la participación ciudadana. No es contra David Gómez Álvarez, aunque lo cuelguen en la Plaza de la Liberación…”.
Y el único diputado del PRD en el Congreso y que también votó en contra, Enrique Velázquez, declaró: ” “Esto nos va a perseguir toda la vida porque hemos sido omisos en muchísimas cosas, aquí el tema a todas luces parece personal y eso jamás lo voy a convalidar”.
Pero más allá de estas llamativas frases, el consejero Gómez Álvarez fue colocado en el “paredón” legislativo, en tanto que hábil como es, resiste y se defiende a como dé lugar en sus redes sociales, incluso utilizando una fotografía de su hija en la que se sobrepuso el siguiente texto: “Cuando nació Elena le prometí un mejor país / Ella, mi hija, es más poderosa que cualquier persecución política / Resistiré”.
“Ave de tempestades” en todos los cargos públicos que ha ocupado, Gómez Álvarez Pérez insiste en ser inocente y se asume como “esfinge” del Comité de Participación Social contra el que todos los enemigos de la “ciudadanización” arremeten, y sus defensores oficiosos llegan al extremo de catalogarlo como representante de los “ciudadanos” jaliscienses con la titánica tarea de ser el contrapeso del poder en Jalisco.
El escenario para Gómez Álvarez no es halagador, y por el bien del Comité de Participación Social, de su ya de por sí deteriorada credibilidad e imagen, su cuestionada imparcialidad, y la labor que tiene por delante para la selección de futuros funcionarios públicos y el combate a la corrupción, David debe hacerse a un lado y buscar nuevos derroteros o mantenerse en los demás que ya tiene.
El pasado 20 de agosto, en mi entrega “David Gómez Álvarez debe irse del CPS”, cerré mi texto con estos dos párrafos:
“El escenario para Gómez Álvarez no es halagador, y por el bien del Comité de Participación Social, de su ya de por sí deteriorada credibilidad e imagen, su cuestionada imparcialidad, y la labor que tiene por delante para la selección de futuros funcionarios públicos y el combate a la corrupción, David debe hacerse a un lado y buscar nuevos derroteros o mantenerse en los demás que ya tiene.
“Incluso, hasta por la salud pública del propio Sistema Estatal Anticorrupción, que no goza de una buena reputación de la que se pueda orgullecer, Gómez Álvarez debe de decir adios al CPS”.
Luego del pronunciamiento mayoritario de los diputados de ayer, reitero lo mismo. Quizás ahora será un asunto de “orgullo” de cada una de las partes, pero ante este escenario la labor del Comité de Participación Social será muy complicada, y la verdad, más allá de los grupos interesados en sostener a David Gómez en el cargo por responder a sus particulares intereses -valga la redundancia-, no creo que la ciudadanía -así, llanamente- lamente y mucho menos proteste por su salida.