Julio César Hernández
Lo sucedido la semana pasada en la sede de la CROC resulta preocupante y enciende “luces amarillas” en la situación que ya desde hace tiempo vive esta central obrera, pues tarde que temprano pudieran registrarse actos de violencia entre las dos agrupaciones que reclaman la oficialidad de la representación jalisciense.
Como se sabe, el dirigente de la la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos que preside Antonio Álvarez Esparza organizó y llevó a cabo su Congreso Estatal que inició con el informe de actividades del dirigente, que estaba programado se efectuara en la sede de la organización en la calle Medrano.
Sin embargo, esto no fue posible luego de que desde temprano simpatizantes e integrantes de la Federación Regional de Obreros y Campesinos (FROC), que comanda el diputado Alfredo Barba Hernández, se apostaron afuera de la sede para impedir que dicho congreso se llevara a cabo, bajo el argumento que su central es la única representante oficial de la CROC que a nivel nacional dirige Isaías López, quien en vísperas del evento publicó un desplegado desconociendo el evento de Álvarez Esparza.
Finalmente, en un acto de prudencia la dirigencia que encabeza Álvarez Esparza decidió celebrar su reunión en una sede alterna, para evitar el enfrentamiento con los croquistas de Barba Hernández. Y al día siguiente continuaron sus trabajo en Puerto Vallarta, donde estaba ya programado.
Si bien anteriormente ambas organizaciones no se obstaculizaban y todo se limitaba a una serie de declaraciones de una y otra parte, el hecho de que los seguidores del diputado federal se hayan apostado a las afueras de la sede croquista habla de que las cosas comienzan a subir de tono y que tarde que temprano podrían reventar.
Ante este escenario, vale preguntarse: ¿Qué papel juega el PRI, cuando ambas organizaciones son adherentes? ¿Qué papel jugarán las autoridades laborales, si bien actualmente reconocen a las dos organizaciones?
El tiempo, seguramente, nos despejará estas dudas.
10 agosto, 2009