La sorpresiva renuncia de Ismael del Toro Castro a la candidatura para reelegirse como presidente municipal de Guadalajara ha levantado una serie de especulaciones sobre quién ocuparía su lugar en esta contienda. Nombres van y nombres vienen, pero no tiene caso entrar al juego de la especulación porque sería aportar más al enrarecimiento político en Jalisco, no sólo por este caso sino por lo que sucede al interior de Morena.
Más sin embargo, con la declinación de Ismael la gran pregunta no es quién lo sustituirá sino que si con esta decisión se derrumba el proyecto político del grupo compacto del partido Movimiento Ciudadano que encabeza como líder el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, pues Del Toro Castro era el siguiente eslabón para buscar consolidar este proyecto -que inició en 2005- a partir del 2024 con él como candidato a la gubernatura en caso de lograr la reelección en junio próximo.
Anótese: No está en juego el proyecto de Enrique Alfaro, sino el proyecto de todo el grupo, de todo el equipo; un proyecto que no nació cuando ganaron la alcaldía de Tlajomulco, porque ese fue el primer escalón que lograron subir de dicho proyecto.
Llegue quien llegue a la candidatura por la alcaldía de Guadalajara no podrá ser la continuidad del proyecto, porque esto sólo es posible con un integrante de ese grupo compacto que comenzó su exitosa carrera con la presidencia municipal de Tlajomulco. Y me refiero a Enrique Ibarra Pedroza, Clemente Castañeda, Hugo Luna e Ismael del Toro. Fuera de ellos, nadie más. Ni Verónica Delgadillo y ni Mirza Flores, no obstante ser de la misma “palomilla” preparatoriana. Ni Salvador Zamora o Alberto Esquer, y mucho menos Jesús Pablo Lemus Navarro.
Para nadie es desconocido que Ismael del Toro era el proyecto del grupo para el 2024. Todo estaba fríamente calculado desde que ganaron la alcaldía en Tlajomulco. Prácticamente el plan era que Alfaro y Del Toro harían el 1-2: en Tlajomulco, en Guadalajara y en el Gobierno del Estado. Por eso Alberto Uribe fue interino en el primero e Ibarra Pedroza en el segundo. El “Pope” tenía que cubrir los períodos de gobierno constitucionales para estar en condiciones de continuar el proyecto naranja.
Ahora, inesperadamente el proyecto se fractura con altos y serios riesgos de hacerse añicos, pues no hay nadie del grupo compacto que entre al relevo. Nunca se prepararon para un momento como éste, porque quizás nunca se imaginaron que pudiera llegar. Pero llegó, y quizás cuando era menos conveniente, cuando está en juego mucho de por medio y cuando las condiciones no son las mejores, como en los viejos tiempos.
Podríamos enumerar muchas señales mostradas previamente -que no atendimos en su momento-, que ahora ya sumadas nos llevarían a concluir que la renuncia de Ismael del Toro a la candidatura podría no ser fortuita, porque bien me recordaron de que en política no hay coincidencias. Pero es conveniente dejar que el tiempo corra para encontrar el significado a estas señales y su posible relación con la decisión tomada por Del Toro.
Quizás en este sentido cobre importancia el nombre y apellido de quien ocupe el lugar de Ismael como candidato, porque con ello confirmaremos si el proyecto de este grupo compacto está agonizando o vuelve a tomar aire, se levanta y compite con amplias posibilidades de ganar y continuar su camino rumbo al 2024.
Pero si el sucesor designado es sólo para ganar la elección de junio próximo, entonces sabremos que este grupo sólo le estará apostando a su protección en los últimos días de su existencia como tal, porque designar candidato a un perfil que no pertenece al equipo original conlleva el riesgo de la traición, de que se crea que es la salvación del grupo y que, por lo tanto, recurra al chantaje para la satisfacción de sus objetivos. O un riesgo más: que condicione su participación a entenderse únicamente con el jefe político, ignorando al resto de sus integrantes.
Podría ser la causa de la desintegración del grupo, y quizás ese sea su propósito al convertirse en (un peligroso) candidato.
Así, pues, ante la renuncia de Ismael del Toro a buscar la reelección, pone al borde del precipicio a este grupo y su proyecto, y quizás al cierre del actual trienio de alcaldes y diputados atestigüemos un adiós naranja que no estaba escrito en el guión.
Pero todo dependerá de quién se ponga en los zapatos del “Pope”, Ismael del Toro Castro.
Al tiempo…