De la mano de sus gobernadores aliados que conforman la cada vez más menguada Alianza Federalista, amenazó con separar a Jalisco del Pacto Federal; luego reculó y decidió que bastaba con amenazar de que el estado se saldría del Pacto Fiscal, para lo cual integró una mesa de trabajo con incondicionales que trabajaron “en lo oscurito”, en los “sótanos del poder”, y le entregaron sus resoluciones “a la carta”, al gusto del inquilino de Casa Jalisco; sin embargo, tras aquella visita a Palacio Nacional en enero pasado, el panorama para el gobernador Enrique Alfaro Ramírez cambió.

Se olvidó de la Alianza Federalista, a cuya reunión más reciente en Nuevo León no asistió -so pretexto de giras de trabajo en el estado-, y fue el primero en deslindarse del apoyo que sus compañeros gobernadores rebeldes le manifestaron a su colega de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, quien es investigado por el Fiscalía General de la República -por presuntos nexos con el crimen organizado- que ya solicitó a la Cámara de Diputados su desafuero. Lo secundó luego el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, otro de los más severos críticos del presidente López Obrador.

Dejó por el momento -algunos dicen que para siempre, mientras sea gobernador- aquel discurso de confrontación con el gobierno lópezobradorista, aunque en un grito desesperado acusó de dejarlo sólo frente a la aguda inseguridad pública que vive la entidad, y concretamente ante la delincuencia organizada -luego de la masacre en Tonalá donde murieron 11 personas-. Su clamor fue atendido en Palacio Nacional.

Y ahora, ante la visita de Andrés Manuel López Obrador a Tequila el domingo pasado -sin sudor copioso de por medio-, el lenguaje de Alfaro Ramírez cambió de tono; el Mandatario estatal mandó un mensaje de “amor y paz” y prácticamente enarboló la bandera blanca de la paz. Es más, con una lectura política a su discurso podemos concluir que su mensaje “entre líneas” fue: “Con Andrés Manuel, todo; sin López Obrador, nada”.

El siguiente párrafo de su discurso ante el presidente de la República lo dice todo, es muy significativo:

“Con este Estado y con un servidor, siempre tendrá de mi parte, la disposición de trabajar. Creo que más allá de cuestiones políticas, yo sé que usted es un hombre que quiere a Jalisco, que nos va a ayudar a sacar los pendientes, los problemas que enfrentamos. Necesitamos del presidente de México, del gobierno de la República; no podemos las autoridades locales, enfrentar retos que son compartidos”.

Ayer quería separar a Jalisco de la Federación; hoy, clama: “Necesitamos del presidente de la República…”.

¿Por fin el gobernador Enrique Alfaro entendió que su estrategia de confrontación, de enfrentamiento con el lópezobradorismo, no le ha dado buenos resultados ni a él como político ni como gobernador, y mucho menos al estado en donde los jaliscienses han “pagado los platos rotos” de esa fallida intentona de ganarse una imagen de “entrón”, de no temerle a López Obrador ni a su gobierno?

¿O será una estrategia más en vísperas del proceso electoral, de bajarle de tono, para ya transcurrido éste volver a las andadas de pelearse con el Ejecutivo Federal en busca de retomar sus aspiraciones a ser candidato presidencial en el 2024, aunque él insista que no es su deseo?

Por lo pronto, dicen que tras aquella visita a Palacio Nacional a principios de año, algo sucedió que hizo al gobernador Alfaro Ramírez modificar su postura en contra del gobierno de la 4T y de quien lo encabeza, y que a partir de entonces veremos una actitud y conducta púbica diferente.

Hasta el momento, los hechos hacen creíble esta versión, pero en ocasiones el carácter es traicionero y puede echar por la borda lo logrado.

Por ahora, al tiempo…