Luego de poco más de un año de haber sido reconocido como partido político estatal -tras alcanzar el 3.26 por ciento de la votación en 2018 bajo el nombre de Partido Encuentro Social-, apenas comenzó a recibir prerrogativas -en agosto pasado- ahora con el nombre de SOMOS Jalisco, y las ambiciones e intereses surgieron al interior de este instituto político.
Incluso, hace algunas semanas se pretendió dar “golpe de estado” al dirigente estatal Gonzalo Moreno Arévalo, buscando desconocerlo, pero del que salió bien librado ante lo endeble de las acusaciones en su contra y carencia de pruebas que las sostuvieran.
Sin embargo, quienes pretenden desestabilizar e incluso apoderarse de este joven partido no cejan en su empeño por lograrlo.
Y en este operativo por apoderarse de SOMOS Jalisco se ha infiltrado un grupo de panistas que se asegura responde a los intereses de un ex panista varias veces legislador, que ahora pretende hacer en este partido lo que no logró en el blanquiazul: controlar, manipular e imponer sus cuadros en las candidaturas a los cargos de elección popular que estarán en juego.
Pero, además, se denuncia la participación de otro personaje que quiere ser juez y parte en el próximo proceso electoral y que ya reclama espacios dentro de la estructura del partido y hasta varias candidaturas, con lo que de ser cierto entonces buscaría jugar en dos equipos distintos y obtener ganancias en ambos.
Comentan que ambos personajes, parafraseando futbolísticamente, quieren enviar el centro y rematarlo, pues se les señala de estar detrás de los organizadores del frustrado “golpe de estado” contra Moreno Arévalo, al convocar a un fallido congreso estatal de SOMOS Jalisco en un hotel donde se pretendió desconocerlo como dirigente, sólo que además de violentar sus estatutos no lograron reunir el quórum requerido de las dos terceras partes de los consejeros.
¿Por qué ésta “silenciosa guerra intestina” en SOMOS Jalisco? ¿Cuál es el interés en la disputa interna? Sin duda, de entrada, las candidaturas en juego a las presidencias municipales, diputaciones locales y las “jugosas” plurinominales, en las que se manejará un presupuesto ya asignado y que no es nada despreciable para ser un partido recién nacido.
Y es que en su trabajo político, tanto en la zona metropolitana como en el resto del estado, Gonzalo Moreno ha hecho “amarres” con algunas figuras públicas a las que les apuestan que sumarán los votos necesarios para mantener su registro y quizás algunos espacios en los Ayuntamientos y diputaciones, aunque parezca precipitadas sus cuentas a estas alturas del juego.
Es por eso que a los promotores de este intento de desestabilización se les señala también de pretender controlar las finanzas del partido y manejar a su antojo las prerrogativas que recibirán del IEPC en vísperas del arranque de las campañas.
Así, pues, creo que las autoridades electorales del estado deben de estar muy atentas a lo que sucede al interior de SOMOS Jalisco y no permitir ni avalar que los intereses personales se impongan a los de la colectividad que conforman este instituto político.
Y es que si el IEPC, contra lo que se creía, les obsequió el registro como partido estatal, está obligado a vigilar que no haya “juego sucio”.