Conforme avanza el tiempo, todo parece indicar que el rompimiento del ex gobernador Jorge Aristóteles Sandoval con el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, “Alito” obedece a que siendo la figura política del priismo jalisciense más prominente en su calidad de ex gobernador, fue relegado en la toma de decisiones como normalmente se hacía de acuerdo a las reglas no escritas dentro del PRI.

Y es que todo indica que como primer priista que fue en el estado, “Alito” no lo tomó en cuenta para decidir quién era conveniente que enviara a Jalisco como delegado del CEN del PRI -una cortesía que los dirigentes nacionales le corrían al gobernador en turno-, no obstante que aún formaba parte del comité nacional. Y tampoco se le consultó -y si lo hicieron, entonces no lo escucharon- sobre la designación de un ex gobernador de Jalisco como delegado regional. Y menos sobre quién debería encargarse del proceso interno.

Ya sabemos que como delegado y representante personal del presidente nacional fue designado Arnoldo Ochoa González, también secretario adjunto del CEN; como delegado regional el ex gobernador Carlos Rivera Aceves; y como presidente de la Comisión de Procesos Internos, al cenecista Francisco Javier Santillán Oceguera.

Y más recientemente, fue designado como secretario de Organización el cenopista José Luis Mata Bracamontes.

O sea, en los ajustes que el CEN priista lleva a cabo en Jalisco, el aristotelismo no aparece. Y todo indica que en su papel de dirigente estatal, Ramiro Hernández García sí es escuchado y se le arma un equipo con el que se pueda sacar adelante el proyecto político que para el 2021 trazó desde la ciudad de México la dirigencia nacional, sea cual sea ese proyecto, que, al parecer, sería difícil sacar adelante si el partido se le hubiese entregado al ex gobernador Sandoval Díaz.

Por eso es que en su encuentro con cinco ex alcaldes, un senador, dos ex diputados y un ex secretario, en una comida celebrada en la Estancia Gaucha y que tanto revuelo y especulación provocó, los exhortó a ser críticos de lo que sucede al interior de su partido, tomar banderas y tener causas; a dar la pelea dentro del partido, decir lo que haya que decir, levantar la voz, decir lo que no les gusta.

Aristóteles les confesó a su ex colaborador Francisco Ayón; al ex senador Jesús Casillas; a los ex diputados Luis Córdova y Hugo Gaeta; y a los ex alcaldes Omar Hernández, de Arandas; Alfredo Barba, de Tlaquepaque; Hugo René Ruiz Esparza, de Lagos de Moreno; a José Luis Orozco, de Zapotlán el Grande; y a Antonio López, de Tala, que sigue y seguirá siendo priista, pero también les hizo ver que quienes abandonaron al PRI por irse a Morena, sufrieron un desengaño porque no les cumplieron lo que les prometieron y, en cambio, quedaron mal con su partido.

Al parecer, lo sucedido en esa comida -posterior a otra en la que solo estuvieron Ayón López, Chuy Casillas, José Luis Orozco, Hugo Gaeta y Toño López, y que fue por la que el ex gobernador Aristóteles solicitó organizar la que tanta especulación generó-, no fue lo que se “tejió” en las redes sociales donde tuvo una gran difusión.

Se asegura que no fue un encuentro antiramirista ni mucho menos para organizar una corriente crítica al interior del PRI, como se apostó en las redes. Fue algo así como una reunión de desahogo del ex mandatario estatal, en donde se acordó volverla a repetir, pero sin fecha establecida.

Por supuesto que ninguno de los sentados alrededor de esa mesa son novatos, y sin duda sabían las reacciones y especulaciones que la difusión de esta fotografía -que alguien se iba a encargar de “filtrarla”-, provocaría, tal y como sucedió. Y sabían también que generaría inquietud, por decir lo menos, en Calzada del Campesino 222 y allá en Insurgentes Norte, en la Ciudad de México.

Así, hay que esperar el paso de los días para confirmar si de veras fue una simple reunión de amigos o es el nacimiento de algo más.

Al tiempo…