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Por Hugo Luna

En el marco de la celebración del día del Trabajo, las centrales obreras de la entidad tendrán motivos  para celebrarlo.

Y como no festejarlo, si la iniciativa para reformar la Ley Federal del Trabajo la echaron abajo con la complicidad de los partidos políticos. Dicen que será hasta después de las elecciones intermedias.

La iniciativa no traía nada extraordinario: jornadas laborales más flexibles, la posibilidad de aprendizaje en las empresas, mantener el derecho a huelga.

En síntesis no traía nada que realmente hiciera mella en la relación laboral con excepción de lo que la frenó: transparencia sindical.

El sindicalismo corporativo frenó la iniciativa argumentando que atentaba contra la autonomía de las organizaciones laborales.

El sindicalismo corporativo es el que mantiene una directiva perpetuada en el poder por décadas, el que no quiere dar a conocer las negociaciones de sus contratos colectivos a sus propios agremiados, el que negocia cuestiones extra laborales por debajo de la mesa.

Ese tipo de sindicatos, que en Jalisco pululan lamentablemente muchos, argumentaron su autonomía sindical, su autonomía de gestión.

Lo que no dicen es que sólo están preservando juntas directivas de muchos años en unidades laborales, lo cual, a todas luces, termina siendo benéfico para los dirigentes a costa de la productividad.

Lamentablemente seguirán las canonjías en San Lázaro. Continúan ganando los comportamientos corporativos. Y seguiremos sin generar empleos en una economía que no crece, y cuando crece poco no hay incentivos para crear puestos de trabajo.

En fin, que han pasado 87 años de esta celebración obrera y que introducirme en ese túnel del tiempo fue sólo para confirmar que la mayoría de las cosas cambian para seguir iguales.