Luego de cinco meses complejos, de decisiones complicadas, de avances que no logran lucir adecuadamenteporque son opacados por sus propios errores, de conflictos económicos que se reflejan en una mala operación, el fin de semana vimos a los diputados lograr algo que no les veía hacer: discutir, disentir y lograr sacar decisiones que al menos por ahora no parecen sólo ser acuerdos ventajosos, sino fruto de confrontar sus puntos de vista.
Con esto no quiero decir que las decisiones que se tomaron durante la madrugada del sábado sean acertadas o que quienes votaron en contra, estén equivocados.
No se trata de que los ciudadanos y los observadores tomemos partido en los acuerdos y disensos del Legislativo, en realidad se trata de poner atención en los procesos que hasta ahora estaban abandonados en el Congreso: el debate, la diferencia, el diálogo, el disentimiento y finalmente, el voto diferenciado.
¿Qué tiene esto de bueno?
En realidad los consensos no son malos, no son algo negativo y siempre es deseable que las fuerzas políticas lleguen a acuerdos sanos que vayan en beneficio del pueblo, pero hay que reconocer que tratándose del Congreso de Jalisco, los acuerdos totalmente planchados que se presentaron en los últimos seis años en el Poder Legislativo estaban generando daño al erario, daño a las finanzas, daño al marco jurídico, daño a la sociedad. Le causaron daño, incluso, a los mismos diputados.
Durante las pasadas dos legislaturas PRI, PAN, Partido Verde, Panal, PT y PRD tuvieron, primero, sospechosas mayorías en diferentes temas. Después dejaron de ser sospechosas cuando comenzamos a ver cómo los coordinadores legislativos hacían reparto de votos a cambio de reparto de beneficios.
Fue en esos años cuando la partida que se destinaba a las fracciones legislativas pasó de darse 10 mil pesos al mes para las casas de enlace por cada diputado, se multiplicó casi 10 veces.
Fue en ese tiempo en el que la ley de transparencia fue modificada y se convirtió en un retroceso, comparada con la legislación que unos años antes había puesto a Jalisco a la cabeza en este tema.
Fue precisamente bajo esta malintencionada mayoría, cuando los diputados decidieron incrementar la cantidad de recursos que se destinaba a los partidos, escondiéndolo bajo supuestas reformas electorales de avanzada, cuando en realidad sólo iban encaminadas a cuadruplicar el dinero que se recibía para los partidos políticos.
Las diferencias entre los diputados el fin de semana fueron varias, pero la forma de contratar personal fue quizá el principal diferendo, pues mientras algunos creen que hacerlo por honorarios asimilados puede evitar compromisos del Poder Legislativo y una posterior carga, otros creen que eso daría lugar a la discrecionalidad y la falta de transparencia. Desde mi punto de vista, ambas posturas tienen un poco derazón, puede evitarse un compromiso a largo plazo del Congreso con quienes son contratados, pero se podrían anular los mecanismos de control para asegurar que no se use sólo para dar algunas aviadurías temporales.
Tampoco hubo unanimidad en la decisión de ajustar la Constitución para que Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco ocupe la Fiscalía General, los diputados del partido Movimiento Ciudadano explicaron su postura claramente: eliminar un candado para la designación de este cargo no puede tomarse a la ligera. En cambio PRI y PAN consideraron que ajustar la figura para que ocupe este cargo el único funcionario que se mantiene en un puesto primer nivel de la anterior administración, era necesario, pues era una decisión cantada.
Otra vez, ambas posturas suenan lógicas y pasará algún tiempo antes de que podamos tener claro quiénes tuvieron la razón y quiénes se equivocaron.
De la experiencia del pasado podemos decir que si bien los consensos son deseables en la política entre los diferentes grupos partidistas, también debemos reconocer que en Jalisco le tenemos ciertas reservas a las mayorías cuando son abrumadoras.