Hay nuevo dirigente del Consejo Agropecuario de Jalisco (CAJ), en la persona de Mauro Jiménez Iñiguez, un comerciante de perecederos en el Mercado de Abastos que tiene una tarea muy compleja que realizar en los próximos 24 meses.
Este personaje viene de sortear un proceso electoral amañado; orquestado por el ex presidente Francisco Conejo Cejudo, es decir la elección fue hecha a modo para que Jiménez Iñiguez obtuviera la nominación sin contratiempos.
La intervención del Secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña a través de su secretario particular Edgar Chávez fue determinante para acabar con las aspiraciones de Arturo Jiménez Cárdenas, quien también aspiraba a ser presidente de este organismo.
El CAJ tiene una gran oportunidad para erradicar la cultura de la exclusión, misma que fue una característica del periodo de Francisco Conejo contra productores de maíz. Es tiempo de que impere la serenidad y la tolerancia en esta organización que tiene como fin primordial promover inversiones del sector primario y la agroindustria para impulsar el desarrollo rural de la región.
Los escenarios que se configuran en el sector agroalimentario jalisciense producto de las economías globalizadas no son nada halagadoras, en mi particular punto de vista el programa de trabajo que ha diseñado el debutante presidente del CAJ, Mauro Jiménez; duplicara funciones que organismos oficiales y privados ya lo están haciendo y que parece ser “copia” de propuestas que se quedaron en el escritorio de algún funcionario.
Expresiones de algunos actores del sector han manifestado que no esperan nada extraordinario en el mandato de Mauro Jiménez, dicen que mejor referente de lo que será su gestión; esta en su paso por la dirigencia de
Otro frente a la vista es el manejo y la transparencia de los recursos económicos del CAJ, hay quienes dicen que hay un verdadero hoyo en las finanzas, también señalan que deben ser respetuosos con los presidentes de los siete consejos regionales ubicados en Puerto Vallarta, Autlán,
Una asignatura pendiente en la agenda del CAJ es la interlocución real, eficiente y productiva con el estado. Y no confundirla con zalamería por parte de sus directivos y sociedades oscuras que favorecen a unos cuántos.