Por Julio César Hernández

Días atrás le conté que había sido en la casa de Juan José García de Quevedo donde Leobardo Alcalá decidió sumarse a la lista de aspirantes a la dirigencia estatal del PRI. Cuentan que lo convencieron, además de García de Quevedo, Raymundo Gómez Flores y Francisco Javier Santillán Oceguera.

Entonces Alcalá dio dos pasos -uno tras otro-. Primero renunció a la coordinación de regidores de oposición priístas y posteriormente solicitó licencia ante el Cabildo, por un período de 30 días.

Así fue que participó en la “encerrona” de los 12 aspirantes en la casa de enlace del senador Ramiro Hernández García, donde se hizo la “Operación Descarte”, y no quedó entre los cinco finalistas.

Sin embargo, días atrás fue registrado para realizar el examen de conocimiento que el Instituto de Capacitación y Desarrollo Político (Icadep) aplicará a quienes buscarían registrarse como candidatos a la dirigencia.

Hay la creencia -así lo aseveró el dirigente del PRI, Javier Galván Guerrero-, que los siete que quedaron descartados no tendrían en su mira registrarse, pero parece ser que no hubo tal compromiso. O al menos no de esa manera.

Y es que cuentan que Alcalá Padilla ha aseverado que el acuerdo al que llegaron los doce aspirantes es que quienes no quedaran entre los cinco finalistas, no se registrarían si había candidato único o de unidad, pero nunca se comprometieron a no hacerlo si no había acuerdo para ésto último.

Y dado que hasta este momento Javier Guízar, José Socorro Velázquez, Sofía Valencia, Hugo Contreras y Salvador Barajas no han podido llegar a un acuerdo, todo parece indicar que estos cinco se estarán registrando el próximo domingo, salvo un arreglo de última hora.

Ante este escenario, es que Leobardo Alcalá ya tomó sus providencias y hace algunas horas realizó su examen en el Icadep, lo que sería un signo de que si no hay candidato único, él estará registrándose el domingo entre los aspirantes.

¿O de qué se trata?