Por Julio César Hernández

Eduardo Rosales Castellanos, Javier Alejandro Galván Guerrero y Gabino Berumen Cervantes, dirigentes estatales del PAN, PRI y PRD, respectivamente, tienen un motivo más para estar preocupados: la movilización ciudadana en contra de un nuevo canej de placas para el año próximo.

Estemos o no de acuerdo con esta medida tomada por el Ejecutivo- que resta oficialice en sus proyectos de Ley de Ingreso y Presupuesto de Egreso para 2008 que deberá enviar al Congreso del Estado-, no se puede ignorar la organización social que ha generado este asunto.

La movilización social en contra del reemplacamiento no es sino –hasta ahora- la versión más acabada de las manifestaciones ciudadanas que han surgido por diversas razones, particularmente por el cambio de uso de suelo en diversas zonas del área metropolitana, que ha provocado la reacción de los vecinos que se oponen a la modificación de sus colonias.

Estas manifestaciones se han hecho sin que se advierta la presencia –al frente o detrás- de partidos políticos, como era en otras ocasiones. Todo parece indicar que la sociedad ha logrado mantener “a raya” a cualquier partido que anteriormente era común que abanderara la inconformidad social.

Hoy son ciudadanos de todas las edades y todos los niveles socioeconómicos los que han decidido tomar las calles para hacer oir su voz.

En algunas ocasiones son padres de familia, adultos, los que se manifiestan en contra de la instalación de un restaurante (calle Alberto, en Providencia) o hasta de un centro comercial y torres departamentales (La Ciudadela, en Paseos del Sol); otras son adultos mayores, adultos y jóvenes, personas con alguna discapacidad los que salen a la calle a mnifestar su inconformidad por la modificación de vialidades como en López Mateos (el viaducto).

Ahora son jóvenes, muchos jóvenes, los que encabezan las manifestaciones de protesta en contra del cambio de placas, ya sea con pintas en los autos, con reparto y pega de calcas que rechazan la medida u organizando y llevando a cabo marchas desde diversos puntos de la zona metropolitana.

Por las razones que sean, hoy los partidos políticos no han podido o sabido capitalizar la inconformidad ciudadana. Y una causa muy contundente de ella es porque han perdido credibilidad en la sociedad, y la han perdido porque como gobierno –antes el PRI y ahora el PAN- no han satisfecho las necesidades de la población.

A esto hay que aunarle el derroche de recursos públicos en que incurren, ya sea con aumentos salariales, con viajes que no dejan beneficio alguno, con remodelación de baños u oficinas o hasta con escándalos de corrupción.

Sin duda que algo tendrán que hacer los partidos políticos para recuperar la confianza ciudadana y volver a ser los conductos para captar sus inconformidades.