Los ex gobernadores Alberto Cárdenas Jiménez y Francisco Ramírez Acuña, sumados al gobernador Emilio González Márquez, con su comida-show en La Estancia Gaucha, se quisieron meter a recuperar el control del PAN en Jalisco y salieron con mucho menos de lo -ya de por sí poco- que traían.

A Bebeto, Paco y Emilio se les olvidó que uno de los factores que generan poder político es la capacidad que uno tiene de quitar o de dar. Si alguien tiene en sus manos la posibilidad de poner a alguien en una cargo o de quitarlo, o si tiene la posibilidad de ayudar o perjudicar a otro, entonces tiene poder real sobre los demás. Pero si no se tiene esa posibilidad, pues el poder es demasiado bajo o nulo.
La condición de ex gobernador no da poder político por sí mismo. La condición de gobernador saliente debilita, más que fortalecer.
Ni Bebeto, ni Paco, ni Emilio cuentan con una base real de militantes panistas a los que pueda liderar como para poder influir en la elección de los próximos candidatos panistas. Su capacidad de cabildeo con las dirigencias nacionales tampoco les da para mucho, pues es de entenderse que en el centro preferirán entenderse con quienes si traen fuerza de verdad y no con los nostálgicos de un poder que no supieron cultivar.
Como una muestra de que el simple paso del tiempo no genera inteligencia política, los tres gobernadores panistas dieron muestras de que sobreestimaron sus alcances, de que sus cálculos políticos están bastante equivocados, y se encargaron ellos mismos de demostrarles a los panistas y a los ciudadanos que ya no son más que tigres de papel.