Al Frente Amplio por México y a la senadora Beatriz Paredes Rangel, al final se les hizo “bolas el engrudo” y tuvieron que hacer “circo, maroma y teatro” para salir lo mejor librados de un proceso que los primeros no supieron controlar y la segunda no supo como enfrentar en la recta final.

En Mérida, el sábado pasado Paredes Rangel terminó con una frase que ese día y posteriores le valieron aplausos y reconocimiento de propios y extraños. Dijo:

“¿Qué entusiasmó a la ciudadanía, a las redes, los redes, los analistas , los militantes de los partidos que participan? Fue la democratización. No hay que confundirse. Por eso decidí no declinar, porque comprometerme con un proceso tiene que ver con entender la naturaleza del Frente Amplio, tiene que ver con entender que estamos cambiando la historia de cómo se hace política en México. Si las mujeres vamos a repetir el modelo patriarcal de los arreglos, de fingir que la sociedad civil participa, perdónenme !estamos jodidas!”.

Ayer, frente a sus compañeros de partido, quizás sabedora de que su intervención se haría pública, trató de justificar la razón del por qué se hacía a un lado en la contienda, luego de sus palabras en la capital yucateca. Y así lo dijo ella misma:

“En estos días se ha levantado un debate: Que si en el discurso de Mérida me comprometí a participar en el proceso hasta el final. Efectivamente: Para mí, el final es cuando se dieran los resultados que revelaban que era irreversible el triunfo de la otra candidata. Esos resultados se han dado con la expresión de estos resultados (de la encuesta)…”.

¿De veras alguien entendió o interpretó que lo dicho por Paredes Rangel en Mérida significaba que se “bajaría” de la contienda o declinaría cuando se conocieran los resultados de una encuesta que, incluso, estaban programados para darse a conocer hasta el 3 de septiembre, cuando se conocieran también los resultados de la votación de ese mismo día? ¿En serio el “bajarse” de la contienda apenas conocidos los resultados de una parte del proceso, significa estar “cambiando la historia de cómo se hace política en México”, como dijo aquel sábado Beatriz Paredes? Lo sucedido ayer, ¿acaso no es “repetir el modelo patriarcal de los arreglos? ¿No es eso “estamos jodidas!”?

No, la senadora fue rebasada por el fracaso del proceso mal organizado por el Frente Amplio, y ahora tuvo que recurrir a una “maroma verbal”, pensando que le van a creer quienes le aplaudieron aquella declaración sabatina. Quedó mal.

Muestra del fracaso de este proceso nos hace preguntarnos, primero, porqué una encuesta que estaba programada levantarse del 27 al 30 de agosto -durante cuatro días- sólo se levantó en dos días -sábado y domingo-; y segundo, porqué se decidió hacer público el resultado cuatro días antes del establecido en el calendario original y oficial, que era el domingo 3 de septiembre.

Pero al saber porqué se le hizo “bolas el engrudo” al Frente Amplio por México, entendemos la decisión de Beatriz Paredes, aún y cuando con sus hechos traicionó a sus dicho expresado en Mérida. Y con esto, hay que reconocerle no sólo su institucionalidad sino antepuso a su interés personal el interés general y, de paso, salvó de la vergüenza y el fracaso al PAN, al PRI y al PRD.

Y es que la razón por la que el Frente Amplio por México decidió terminar abruptamente con un proceso que presumían de histórico y que sería un ejemplo de democracia, fue que se les salió de control y no supieron como cumplir con las expectativas que habían generando, además de que no lograron “blindarlo” para evitar la intromisión de manos externas, concretamente, por supuesto, las de los morenistas.

Registrados para participar en la votación más de dos millones de personas, a los frentistas les dio pavor no lograr movilizar ni siquiera a un millón de votantes en todo el país y quedar en ridículo, sabedores de que de los registrados quizás finalmente muchos no acudirían a votar o no habría forma de que pudieran hacerlo por la ubicación de los centros de votación -1,200 donde se colocarían 3 mil casillas- o por la dificultad de acceder a las zonas dónde colocarlos. ¿Se imaginan que no hubiese ido a votar ni 500 mil ciudadanos? ¡El ridículo!

Tampoco se garantizó la participación de los representantes necesarios, tanto del propio Frente como de las candidatas. Y no digamos la falta de recursos económicos para cubrir los gastos que representaba costear un proceso de esta magnitud y para el que no estaban preparados ninguno de los tres partidos de la coalición. Incluso, trascendió que se había encargado a los comités estatales del PAN, PRI y PRD costear la impresión de las boletas que se utilizarían en sus respectivos estados. Ignoramos si lograron hacerlo y todo ese dinero gastado, se habría ido finalmente “a la basura”.

Vamos, lo que verdaderamente asustó al Frente fue el proceso de votación del domingo, no la encuesta en la que se basaron para “bajar” a Beatriz Paredes y allanarle el camino a Xóchitl Gálvez, y de paso cumplir con aquel acuerdo de que mientras el PRI ponía candidatos a las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México, el PAN lo hacía a la presidencia de la República.

Pero a reserva de que vayamos conociendo más detalles y pormenores de todo esto conforme pasen los días, por el momento aquí una explicación del fracaso de aquello que vendieron como un proceso “histórico” y el “más democrático”, y lo que terminó siendo una burla que “vestían” como “ciudadano”, cuando quienes terminaron por hacerlo fracasar fueron las cúpulas partidistas.