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Por Hugo Luna

Los escándalos de pederastia que acosan al catolicismo, particularmente a la arquidiócesis de Guadalajara. Luego del reconocimiento público que hiciera el Cardenal Juan Sandoval de siete casos de abuso sexual, amenazan su autoridad institucional e incomodan sus inflexibles discursos sobre la moral, las buenas costumbres y la “verticalidad” que los católicos debemos guardar en materia sexual.

El caso de Marcial Maciel, no sólo alcanzó a la orden de los legionarios, sino que también contamino y empaño la imagen conjunta de la Iglesia mexicana.

Lamentablemente el discurso de la jerarquía eclesiástica no son, satisfactorios. Diversos vaticanistas reseñan “los síntomas de una Iglesia en fase de atrincheramiento dogmático, envenenada por su propio narcisismo eclesiocéntrico y temerosa de abrirse a la complejidad de la historia y de reconocer en ella valores espirituales”

Esta crisis que está modificando la vida de la iglesia. Por ejemplo, al tratar la geopolítica de la Santa Sede, cuya doctrina se forjó en la revolución industrial frente a enemigos ideológicos como el liberalismo y el socialismo.

Una posible ruta para la jerarquía católica mexicana es afrontar desde la cultura el mundo globalizado del siglo XXI,  la mayoría de los polos importantes no son católicos, ni siquiera cristianos.

La Iglesia sigue reafirmando oficialmente todo lo que la distingue de la modernidad; sus tradicionales características católicas de pensamiento, discurso y prácticas.

Esta política de la identidad es en parte una reacción contra una cultura cada vez más secular e indiferente a la autoridad e institución. Además del envejecimiento de la enseñanza social de la Iglesia.

Existe una nueva geografía de la fe, es decir, la dramática disminución numérica de los católicos europeos y la creciente gravitación de los católicos del llamado tercer mundo que asciende a escala global a dos tercios. Esta cifra desproporcionada contrasta con una curia romana que, si bien es cada vez más internacionalizada, sigue siendo dominada por los propios europeos.