¿Se puede ser aspirante a la Presidencia de la República sin contar con el apoyo de su propio partido en su propio estado?

Esta es una pregunta que se tiene que hacer Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco y aspirante a la candidatura panista a la Presidencia; porque seguramente se la harán sus contrincantes por la candidatura y muchos militantes del PAN cuando vaya a pedirles el voto.
Durante sus más de cuatro años al frente del gobierno estatal, Emilio González ha tenido que gobernar teniendo a la dirigencia estatal y a la fracción de diputados locales panistas en contra. Una vez tras otra ha sido vencido en los procesos internos para elegir dirigentes y candidatos.
En su pasada medición -elecciones de consejeros municipales y estatales- fue nuevamente vencido y exhibido por una serie de alianzas pivoteadas por el actual dirigente estatal Hernán Cortés Berumen.
Luego de su patética alianza con Francisco Ramírez Acuña y Alberto Cárdenas Jiménez, el gobernador ve que el control del partido, y por tanto sus probabilidades de imponer candidato a gobernador, se esfuman y ha declarado abiertamente la guerra a Hernán Cortés y sus aliados.
Acostumbrado a las derrotas políticas, Emilio González parece estar enterrando definitivamente sus expectativas de convertirse en el candidato del PAN a la Presidencia de la República: traer en contra a la mayoría de los liderazgos reales del PAN en su propio estado no es una buena tarjeta de presentación a la hora de ir a otras entidades a pedir apoyos.