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Julio César Hernández
El diputado Francisco Padilla Mancilla avizora que será difícil que la corriente a la que pertenece al interior del PAN -la de los “emilistas”- postule a uno de los suyos que contienda por la dirigencia estatal del partido el próximo siete de noviembre.
Asegura que mantienen pláticas con varios panistas al respecto, pero argumenta que no hay “equidad” en la contienda, sabedores de que la mayoría de los consejeros estatales que tendrán a su cargo la elección del sucesor de Eduardo Rosales pertenecen a la corriente contraria, la de los “paquistas”, y que todo está “cocinado” para que el nuevo dirigente sea uno de los suyos, concretamente el edil de Tlaquepaque, Hernán Cortés Berumen.
Pese a los resultados desastrosos del pasado cinco de julio y a los exhortos que les han hecho sus dirigentes nacionales y otros distinguidos panistas, sus correligionarios jaliscienses mantienen posturas encontradas de manera tal que hacen imposible cualquier reconciliación o acuerdo.
Por un lado, pese a ser minoría, los “emilistas” quieren un trato de iguales; por el otro, como mayoría, los “paquistas” no están dispuestos a dar más allá de lo que  cree que merece la contraparte. Y nadie cede. Y nadie puede servir de mediador porque simplemente no se puede.
Hay que recordar que en su momento, la hoy minoría fue mayoría y eso le valió mantener en su poder el partido bajo las dirigencias de Emilio González Márquez, Herbert Taylor Arthur y Antonio Gloria Morales, y en esa condición actuaron. Si mal no recordamos, no le entregaron a la otra parte lo que ésta creía merecer sino lo que aquellos creyeron que era conveniente.
Y también tenían el gobierno, con Alberto Cárdenas Jiménez, de alguna manera.
Hoy están del lado contrario al que estuvieron, pero quieren un trato de iguales, cosa que por supuesto no lograrán. Es más, prácticamente ya saben quién dirigirá los destinos de su partido por un nuevo período de tres años -salvo una sorpresa- y es para que ya comenzaran a negociar bajo esta perspectiva. Pero no.
En su momento quisieron “madrugar” tras la derrota del cinco de julio y con una manifestación, primero, y un “plantón” después pretendieron quedarse con lo que no tienen del Comité Estatal, pero fallaron. Hoy están en las mismas condiciones, o peor, que las de antes de aquella jornada electoral.
Los “paquistas”, por su parte, quieren hacer valer su mayoría y mantener en su poder, por otros tres años más, el Comité Estatal, dándole a su contraparte lo mismo que hoy tienen o quizás un poco, muy poco, más. Pero hasta ahí.
Esta postura de ambas partes hacen preveer que no hay visos de una posible reconciliación y que la disputa por el poder interno se mantendrá mientras uno tenga el gobierno estatal y el otro el partido. Nadie quiere ceder, y el único que pagará el orgullo y la soberbia de ambos será el propio Partido Acción Nacional, que llegará al 2012 igual o más dividido que ahora.
Lástima, porque creo que eso no es lo que quiere la ciudadanía en general y los panistas en particular.