Casi con el mismo nivel de indigación que les provocó que en el presupuesto federal para el 2021 no se asignaron recursos para el inicio de la Línea 4 del Tren Ligero, hubo quienes festinaron el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de que esta obra arrancará el año próximo y se concluirá en dos.

Bien dicen que “prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila” o aquello de que “las palabras se las lleva el viento”. O ya más popularmente, hay un dicho que reza: “De lengua me como un taco”.

En su discurso del sábado, en la inauguración de la Línea 3, López Obrador anunció: “Refrendo el compromiso de construir la Línea 4. A eso vengo. Vamos a cumplir con nuestra palabra, la iniciamos el año próximo…”.

También dicen que “obras son amores y no buenas intenciones…”.

¿De veras el gobierno federal, con todos los problemas económicos que enfrenta para el año próximo, en medio de la crisis de la pandemia, iniciará la obra de la Línea 4 del Tren Ligero cuando no tiene destinado recursos para ella en el presupuesto federal? ¿De qué otra partida destinará los miles de millones de pesos necesarios para cubrir su costo y evitar que se desfase y se salga de lo presupuestado como sucedió con la Línea 3? ¿Qué garantías existen ahora de que el año próximo habrá recursos para una obra de esta magnitud si hoy no se contempla su cobertura? ¿Quién garantiza que se tendrán los recursos suficientes para concluirla en los dos años que mencionó el presidente?

Para nadie es desconocido que López Obrador le habla a sus electores, a sus simpatizantes, no a los gobernantes ni mucho menos a sus detractores a los que les ha endilgado calificativos de “fifís”, conservadores o “mafia del poder”. Y también sabemos que las acciones y discursos presidenciales tienen un solo objetivo: las elecciones del 2021. Ahí Andrés Manuel tiene puesta toda su atención.

Entonces, ¿prometer la construcción de una nueva línea del Tren Ligero en 2021, no tiene un propósito electoral? Por supuesto que sí, aunque quede solamente en una promesa.

De llevarse a cabo, ¿cuándo la iniciará: antes de la jornada electoral de junio o después de conocerse los resultados? Si la inicia antes, ¿quién la capitalizará a su favor en número de votos: el lópezobradorismo que ejecuta y costea la obra o el alfarismo que la gestionó? Y si no la hace antes, ¿dependerá del resultado electoral el concretarla o no posteriormente? Si los candidatos morenistas ganan, hay esperanzas de que se lleve a cabo porque, de cumplirse sus plazos, terminarían la obra dentro de su trienio y sexenio, con posibilidades de repercutir electoralmente en 2024; pero si ganan los alfaristas, ¿Lopez Obrador les entregará esta obra en “bandeja de plata” para que le saquen “raja” electoral en la elección presidencial?

Ahí está el meollo del asunto.

A partir de ahora, no podemos desligar muchas acciones y decisiones de los gobiernos -federal y estatal-, del tema electoral. Es natural, y una obra de la magnitud de la Línea 4 del Tren Ligero entra en esta categoría. Por algo no se incluyó en el presupuesto federal del año próximo recursos para su construcción.

Así, pues, que nadie “eche las campanas al vuelo” por una promesa que hasta ahora sólo quedó en meras palabras y que la realidad política-electoral del futuro inmediato puede provocar que se las lleve el viento.

Y si no, al tiempo… Ojalá me equivoque.