Al igual que con sus antecesores, la llegada de Juan Manuel Romo Parra a la dirigencia estatal del partido Movimiento Ciudadano prácticamente pasó desapercibida para los medios de comunicación. Amén de que en Marcatextos adelantamos su designación desde septiembre pasado, su toma de protesta ocurrida esta semana se conoció por lo que él y demás compañeros de partido difundieron a través de sus respectivas redes sociales. Como ya es su costumbre, quizás porque consideran que es un recurso caduco, no se emitió comunicado de prensa alguno al respecto.

Romo Parra toma las riendas de Movimiento Ciudadano en un momento difícil y complicado que contrasta con lo que el partido vivió en vísperas de las elecciones de 2015 y 2018 cuando Enrique Alfaro Ramírez ganó la presidencia municipal de Guadalajara y el gobierno del Estado. Sin comparación alguna, incluso, con la euforia naranja que se vivió en 2012 cuando disputó la gubernatura al posterior ganador priista, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, hoy finado.

En aquellos tiempos Alfaro era el “rock star” de la política jalisciense, lo mismo era “adorado” por jóvenes que por damas, incluso amas de casa; por empresarios que por reporteros y periodistas que se deshacían en sus espacios informativos por llenarlo de elogios, deslumbrados -jóvenes reporteros al fin- por su narrativa, por su frontal actitud de “echado pa’delante” y, principalmente, por tener detrás a un extraordinario aparato de marketing y comunicación que supo como “venderlo”.

A diferencia de aquellos tiempos, el eje de la operación política de Movimiento Ciudadano ya no son aquellos jóvenes-maduros que conformaban el Grupo Compacto naranja con el propio Alfaro, Ismael del Toro, Alberto Uribe, Hugo Luna, Clemente Castañeda, y que tenían detrás la experiencia, la sagacidad, la capacidad y habilidad política, los conocimientos y la visión de Esteban Garaiz Izarra y Enrique Ibarra Pedroza. Hoy todos ellos están desperdigados y haciendo tareas en lo individual que ya nada tienen que ver con el proyecto político que los llevó a alcanzar la gubernatura. Extrañamente el Poder fue su verdugo.

Salvo Hugo Luna que se hizo cargo del partido en la cúspide del Grupo Compacto, sus sucesores en el cargo pasaron “sin pena ni gloria”, pues la figura de Alfaro, Del Toro y Castañeda, particularmente, opacaron la figura terrenal del propio partido y únicamente existían en y para las redes sociales. Ricardo Rodríguez tuvo la suerte de estar al frente de MC en tiempos electorales que le permitieron dejarse ver un poco más que sus dos antecesores inmediatos.

Pero hoy Manuel Romo Parra asume la dirigencia de Movimiento Ciudadano cuando la “estrella” de su máxima figura -Enrique Alfaro- se está apagando apenas a la mitad del camino; cuando Ismael del Toro se encuentra en el ostracismo; cuando Uribe ya goza de las mieles morenistas; cuando Castañeda atiende los asuntos nacionales y de su tarea como senador; cuando Luna está dedicado más a “cuidarle la espalda” a su jefe el gobernador y a operar en otras tareas que nada tienen que ver con hacer políitica-política; cuando Ibarra -con quien trabajo como subsecretario- parece no querer saber nada del partido y se concentra en operar como secretario general de Gobierno en los campos donde no está la mano del Jefe del Gabinete; y cuando Garaiz, sin perder la lucidez ni la inteligencia política, está más que distanciado de MC con un dejo de decepción por la forma en que lo trató el alfarismo.

Hoy los reflectores de Movimiento Ciudadano parecen ya no estar dirigidas únicamente a Jalisco sino que comienzan a enfocarse al norte del país, a Nuevo León particularmente, donde aparecen dos nuevas figuras que entran al relevo del ya de por sí desgastado emecismo jalisciense: Samuel García Sepúlveda, gobernador, y Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey. Al parecer, la atención y el interés del dueño de MC, Dante Delgado, ya no está en Jalisco sino en aquellas tierras del “cabrito” y en un personaje de alto nivel en la política nacional que, se asegura, ha comenzado a “coquetearle” con miras al 2024. De eso comentaré en otra ocasión.

¿Qué encomienda tiene Manuel Romo al frente de Movimiento Ciudadano? ¿Mantenerlo “a flote” para que no se “hunda”, mientras se resuelve qué sucederá frente al propietario del partido, Dante Delgado? ¿O realizar un fuerte -por no decir titánico- trabajo para mantenerlo bien aceitado como el vehículo del Grupo Compacto para mantenerse en el poder en 2024? Si es lo primero, seguramente lo sabremos hasta el 2022 o entrado el 2023; si es lo segundo, entonces su tarea será doblemente titánica, pues tendrá que buscar figuras ajenas del Grupo Coparmex en el poder que quieran jugársela con el alfarismo, como sería el caso del alcalde de Tlajomulco, Salvador Zamora, o la diputada Mirza Flores o la senadora Verónica Delgadillo. Aparte de los mencionados, no tiene de dónde “echar mano”, aunque por supuesto que siempre en primera fila estará Clemente Castañeda.

Sin duda el trabajo que tendrá que hacer Romo Parra será el que no se ve, el de los “amarres” sigilosos en el resto del estado, el de armar alianzas desde ahora para lo que viene después, el de reforzar al equipo en aquellos municipios que alguna vez se pintaron de naranja y que hoy se convirtieron en morenistas o estuvieron a punto de serlo.

Pero para desgracia de Manuel Romo, sus tiempos como dirigente estatal de Movimiento Ciudadano estarán bajo negros nubarrones que no presagian nada bueno para su movimiento.

Y si no, al tiempo…